lunes, 27 de enero de 2014

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, R.L. Stevenson

       Serían las nueve de la mañana, y sobre la ciudad flotaba la primera niebla de la temporada. Un gran palio color chocolate colgaba bajo del cielo, pero el viento cargaba continuamente contra él y le arrancaba jirones; y así, mientras el coche avanzaba calle tras calle, Mr. Utterson captó una maravillosa profusión de grados y tonos de luz; porque aquí estaba tan oscuro como a última hora del atardecer; y allí se divisaba un resplandor de un intenso y pálido color pardo, como la luz de alguna extraña configuración; y más allá, por un momento, la bruma se desgarraba, y por entre los remolinos que formaba miraba un haz perdido de rayos de luz. El deprimente barrio del Soho, visto bajo aquellos cambiantes atisbos, con sus lodosas calles y sus desaseados transeúntes y sus farolas de gas, que no se habían apagado quizá para combatir aquella lúgubre y nueva invasión de la oscuridad, parecía, a los ojos del abogado, como un distrito de alguna ciudad de pesadilla. Sus pensamientos, además, estaban teñidos de colores más sombríos; y cuando miró a su compañero de viaje, fue consciente del ligero miedo hacia la ley y sus agentes que muchas veces asalta incluso a la persona más honesta.


       R. L. Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El caso del asesinato de Carew, ed. el Mundo, col. Millenium las 100 joyas del milenio, Madrid, 1999, páginas 34-35. Seleccionado por Sara Paniagua Núñez, segundo de bachillerato, curso 2013-2014.

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