lunes, 27 de enero de 2014

Cuentos de Navidad, Charles Dickens


Estrofa Segunda, El primero de los tres Espíritus.

       Cuando Scrooge se despertó, era tan oscuro que, mirando desde la cama, apenas si podía distinguir la transparencia de la ventana de las paredes opacas de su cuarto. Se esforzaba en atravesar la oscuridad con sus ojos aguzados, cuando oyó las campanas de la iglesia vecina dando los cuatro toques de los cuartos. Así que esperó que las campanas, después, le indicaran la hora.
       Se quedó sorprendido cuando la campana pasó de seis a siete toques, y de siete a ocho, y continuó su marcha normal hasta doce. Luego se detuvo. ¡Las doce! Se había ido a la cama a las dos y media. La campana debía estar equivocada. Un carámbano de hielo debía haber obstruido su maquinaria. ¡Las doce!
       Tocó el resorte de su despertador, para corregir a ese reloj de la iglesia tan creído. Su pulso rápido dio doce sonidos, y luego se detuvo.
       - ¡No! ¡No es posible!- dijo Scrooge- que haya dormido todo un día, y esté ahora a media noche del día siguiente. ¡No es posible que algo le haya ocurrido al sol, y que ahora sean las doce del mediodía!





Charles Dickens, Cuentos de Navidad, Segunda Estrofa, El primero de los tres espíritus, Evergráficas, 2005, página 33 . Seleccionado por Paula Sánchez Gómez, segundo de bachillerato, curso 2013-2014



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