lunes, 17 de febrero de 2014

El escarabajo de oro y otros cuentos, Edgar Allan Poe


  EXTRAORDINARIOS CRÍMENES 

      "Esta madrugada, alrededor de las tres, los habitantes del  quartier Saint-Roch fueron despertados por una serie de espantosos gritos que parecían proceder del cuarto piso de una casa de la rue Morgue, ocupada, según se dice, por una tal madme L´Espanaye y su hija, mademoiselle Camille L´Espanaye. Después de algún tiempo empleado en infractuosos esfuerzos para poder penetrar buenamente en la casa, se forzó la puerta de entrada con una palanca de hierro, y entraron ocho o diez vecinos acompañados de dos gendarmes. En ese momento cesaron los gritos; pero en cuanto aquellas personas llegaron apresuradamente  al primer rellano de la escalera, se distinguieron dos o más voces ásperas que parecían disputar violentamente y proceder de la parte alta de la casa. Cuando la gente llegó al segundo rellano, cesaron también aquellos rumores y todo permaneció en absoluto silencio. Los vecinos recogieron todas las habitaciones precipitadamente. Al llegar, por último, a una gran sala situada en la parte posterior del cuarto piso, cuya puerta hubo de ser forzada por estar cerrada interiormente con llave, ofreciéndose a los circunstantes un espectáculo que sobrecogió sus ánimos, no solo de horror, sino también de asombro.
       
       "Hallábase la habitación en violento desorden, rotos los muebles y diseminados en todas direcciones. No quedaba más lecho que la armadura de una cama, cuyas partes habían sido arrancadas y tiradas por el suelo. Sobre una silla se encontró una navaja barbera manchada de sangre.Había en la chimenea dos o tres largos y abundantes mechones  de pelo cano, empapados en sangre y que parecían haber sido arrancados de raíz. Sobre el suelo se encontraron cuatro napoleones, un zarcillo adornado con topacio, tres grandes cucharas de plata, tres cucharillas de métal d´Alger y dos sacos conteniendo, aproximadamente, cuatro mil francos en oro. En un roncón halláronse los cajones de un bureau abiertos, y al parecer, saqueados, aunque quedaban en ellos algunas cosas.

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