lunes, 17 de febrero de 2014

Fausto, Johann W. Goethe.

                                                UNA LLANURA

       FAUSTO.-Verse encerrada en una triste prisión, víctima de la miseria y de la desesperación. ¡Quién lo creyera! ¡Pobre y angelical criatura! ¿Yo soy la causa de que como vil criminal te veas consumida en un oscuro calabozo donde te aguardan terribles suplicios! ¡Cobarde impostor, infame espíritu, ¿por qué me lo ocultabas? Habla y no muevas con rabia tus ojos diabólicos, pues ya sabes cuanto me repugna tu presencia. Estaba sola en la cárcel, expuesta a una miseria irreparable, sin más apoyo que el del espíritu del mal que juzga sin tener alma; y, entre tanto, tú procurabas distraerme con estúpidas fiestas, ocultándome su mortal angustia, para que careciese de todo auxilio.
       MEFISTÓFELES.-No es la primera que se ha visto en semejantes apuros.
       FAUSTO -¡Maldito animal, detestable monstruo! ¡Espíritu infinito y eterno, dale otra vez su primera forma de perro, bajo la cual tanto se complacía acompañarme de noche, solo para atropellar al viajero y arrojarse sobre él, después de haberle derribado! Vuelve a darle su forma favorita para que cuando ante mí salte sobre la arena pueda yo aplastarle. ¡No es la primera! Me causa horror imaginar que hayan caído tantas almas en ese abismo de miseria. ¿Por qué la primera en su agonía lenta y terrible no borrö la falta de todas las demás a los ojos de la eterna misericordia? La miseria de aquella sola hace estremecerse la médula de mis huesos, y tu sonríes con indiferencia ante la desgracia de tantas otras.
         MEFISTÓFELES -Estamos en el límite de nuestra inteligencia, y, como a todo hombre, se te trastorna el juicio. ¿Por qué no formáis, pues, causa común con nosotros, si no podéis soportar después las consecuencias de nuestra unión? ¡Quieres volar y no te previenes contra el vértigo! ¿No eres tú el que me llamaste?
       FAUSTO.-Me horrorizas cada vez que te veo rechinar de este modo. Grande y sublime espíritu que te me apareciste, tú que conoces mi corazón y mi alma, ¿por qué me encadenaste con este miserable que sólo se complace con los desastres y la muerte?
         MEFISTÓFELES.-¿Has terminado?
       FAUSTO.-Sálvala si no quieres que caiga sobre ti por miles de años la más espantosa de las maldiciones.
     

       Johann W. Goethe, Fausto, ed. EDAF, Madrid, 1985, páginas 144-145. Seleccionado por Sara Paniagua Núñez, segundo de bachillerato, curso 2013-2014.



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