Era una tristeza secreta de Jorge no tener un hijo. ¡Lo deseaba tanto! Todavía soltero, en vísperas
de su casamiento ya soñaba con aquella felicidad:
¡Su hijo! Lo veia de muy varias maneras: ó
andando á gatas con sus piernecitas bermejas llenas
de roscas y los cabellos rizados, finos, como hilos de
seda; ó ya muchacho saliendo de la escuela con los
libros bajo el brazo, con el rostro alegre, corriendo
á mostrarle sus notas; ó todavía mejor: una niña
blanca y rubia, con dos largas trenzas, viniendo
hacia él sonriente, con los brazos abiertos, á posarle
las manos en sus cabellos }-
a grises...
A veces sentía miedo de morir sin haber gustado
aquella felicidad.
Sebastián y Jorge guardaban silencio. En la sala
la voz aguda de Ernesto peroraba. Después de un
momento Luisa volvió á comenzar la Mandolinata
con un brío jovial.
La puerta del despacho se abrió para dar paso á
Julián: —¿Qué están ustedes conspirando? Vengo á decirles
adiós. Me voy, que ya es tarde. Hasta la vuelta»
Jorge. De buena gana me iría contigo á respirar
aires puros y ver campos... pero..
Sonrió con amargura.
— Adiós, adiós.
Jorge salió á alumbrarle hasta el descanso de la
escalera. —Si quieres alguna cosa del Alentejo...Julián se püso el sombrero.—Nada, que lleves buen viaje. Dame un cigarro
por despedida. Mejor será que me dés dos.
—Llévate la caja. Yo cuando viajo sólo fumo en
pipa. iLlévate la caja, hombre!
Entró en el despacho y volvió con ella envuelta
en un Diario de Noticias. Julián metiósela bajo el
brazo y descendió las escaleras. Desde abajo gritó: —A ver si descubres una mina de oro.
Jorge y Sebastián entraron en la sala. Ernesto, de
pie, á un lado del piano se retorcía el bigote. Luisa
preludiaba un vals de Strauss.
Jorge exclamó riendo y extendiendo los brazos. —Doña Felicidad, un vals.(...)
Queiroz , Eça de http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080011043_C/1080011043_T1/1080011043.PDF. seleccionado por Paola Moreno Díaz, segundo de bachillerato, curso 2015-2016.
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