jueves, 30 de marzo de 2017

Los conquistadores, Malraux

                                                                                                                             Al día siguiente

     Garín vuelve furioso de ver a Borodín.

     -Yo no digo que haga mal en aprovechar la muerte de Klein, como podría aprovechar cualquier otra cosa. Lo que encuentro idiota, lo que me exaspera, es su pretensión de obligarme a hablar ante su tumba. Hay un montón de oradores. ¡ Pues no! Otra vez está dominado por la insoportable mentalidad soviética, por una exaltación estúpida de la disciplina. ¡Allá él! Pero yo no he dejado Europa en un rincón como un saco de trapos, a riesgo de acabar como un Rebecci cualquiera, para venir a enseñar aquí la palabra obediencia, ni para aprenderla. " ¡No hay medias tintas frente a la Revolución! " ¡Pues estaríamos arreglados! Hay medias tintas en todas partes donde se encuentren hombres y no máquinas... ¡Tiene la presión de fabricar revolucionarios lo mismo que Ford fabrica coches! Esto terminará mal, y no va a tardar mucho. En su cabeza de mongol peludo, el bolchevique está en pugna con el judío. Pues si gana el bolchevique, peor para la Internacional...

     Pretextos. Ésa no es la verdadera causa de la ruptura.

     Hay en primer lugar otra: Borodín ha hecho ejecutar a Hong. Garín, creo yo, quería salvarle. A despecho del asesinato de los rehenes (que parece, por lo demás, no haber sido ordenado por él). Porque pensaba que, a pesar de todo, Hong seguía siendo utilizable; porque hay entre Garín y los suyos una especie de vínculo feudal. Y tal vez porque estaba seguro de que, llegado el caso, Hong acabaría a su lado... contra Borodín. Lo cual parece haber sido opinión de éste...
     Garín no cree más que en la energía. No es antimarxista, pero el marxismo no es absoluto para él un "socialismo científico"; es un método de organización de las pasiones obreras, un medio de reclutar tropas de choque entre los obreros. Borodín, pacientemente, construye la planta baja de un un edificio comunista. Reprocha a Garín el carecer de perspectiva, el ignorar adónde va, el no obtener más que victorias debidas al azar- por muy brillantes, por muy indispensables que sean-. Incluso hoy, a sus ojos, Garín pertenece al pasado.

     Garín cree verdaderamente que Borodín trabaja de acuerdo con unas perspectivas, pero piensa que estas perspectivas son falsas, que la obsesión comunista le conducirá a unir en contra suya un Kuomintang de derechas singularmente más fuerte que el de Chengdai, y que este Kuomintang aplastará a las milicias obreras.

     Y descubre (bien tarde, por cierto...) que el comunismo, como todas las doctrinas poderosas, es una francmasonería. Que en nombre de su disciplina, Borodín no vacilará en reemplazarle, tan pronto como él, Garín, no le sea indispensable, por alguien tal vez menos eficaz, pero más obediente.



     Malraux, Los conquistadores, Barcelona, Editorial RBA coleccionables S. A., 1995, Página182-183.
     Seleccionado por Rodrigo Perdigón Sánchez, primero de bachillerato. Curso 2016-2017.

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