jueves, 27 de abril de 2017

Hamlet, Willian Shakespeare

ESCENA II (241)
Trompetas
Entran el rey, la reina, Ronsencrantz y
Guildenstern, con acompañantes

Rey
     Bienvenidos, queridisimos Ronsencrantz y Guildenstern.
     Si bien nos causa gran alegría el veros, ha sido la necesidad de vuestro servicio la que nos movió a llamaros. Habréis oído hablar de la transformación que Hamlet ha sufrido. La llamo así porque ni externamente ni en su interior parece ser la persona que solía. Que pueda ser - sino la muerte de su padre le ha perturbado de tal modo su propio entendimiento - no pudo saberlo. Os ruego a los dos, puesto que is habéis criado juntos desde la niñez, y sois semejantes en temperamento y edad, que os digneis permanecer aquí en la corte por algún tiempo. Y, en compañía vuestra, podáis inducirlo a los placeres y descubrir, en ocasión propicia, que cosa para nosotros desconocida le causa esta afliccion que, descubierta, encuentre en nuestras manos el remedio.

Reina
     Amigos míos, tanto os nombra él a vosotros, que cierta estoy que no hay dos personas en el mundo que él más estime. Si fuera de vuestro agrado mostrarnos gentileza y buena voluntad quedandoos algún tiempo con nosotros, y alimentar así nuestra esperanza, tanta gratitud merecería vuestras atención como corresponde al rey ofrecer.

Ronsecrantz
     Vuestras majestades pueden, por la autoridad que tienen sobre nosotros, solicitar tales deseos más como mandato que como súplica.

Guildenstern
     Obedeceremos ambos, y ofrecemos, sin reservas, nuestro servicio totalmente, a vuestros pies, según queráis mandarnos.

Rey
      Gracias, gentil Rosencrantz y Guieldenstern.

Reina
     Gracias mis gentiles Guieldenstern y Ronsencrantz, os pido que al instante visitéis a nuestro hijo, ya tan otro. Que alguien acompañe a estos caballeros hasta donde está Hamlet.

Guieldenstern
   Que los cielos hagan grata nuestra presencia y utiles nuestros actos.

Reina
     Amén.
Salen Rosencrantz y Guildenstern
Entra Polonio

Polonio
     Señor, los embajadores enviados a Noruega acaban e hacer su feliz retorno.

Rey
     Siempre fuieste padre de noticias gratas.

Polonio
     ¿Eso es cierto, señor? Os aseguro, mi soberano, que mis servicios todos - así como mi alma - están consagrados por Dios y mi bondadoso rey; y pienso - a menos que mi entendimiento no haya sabido seguir el rastro tal y como solía - que he dado con la causa verdadera de la locura del principe Hamlet.

Rey
     ¡Hablad! ¡Estoy impaciente por oiros!

...

       William Shakespeare, Hamlet. Madrid. Letras Universales, Edicion: 1999. Pag 241.
       Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

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