lunes, 28 de abril de 2014

Rojo y negro, Stendhal

CAPÍTULO XXVI

EL AMOR MORAL

       "Es un tanto extravagante la manera de pensar de toda esta familia -pensaba la viuda del mariscal-; están maravillados con su joven clérigo, que no sabe hacer otra cosa que escuchar con unos ojos bastante hermosos, eso es cierto."
       Julien, por su parte encontraba que la manera de ser del mariscal  venía a ser un ejemplo típico de esa calma  patricia que evidencia una educación perfecta ymás aún la incapacidad de sentir ninguna emoción intensa. Los gestos impulsivos, la falta de autodominio, le hubieran escandalizado a la señora de Fervaques casi tanto como la falta de majestad para con sus inferiores. Lamenor señal de sensibilidad le hubiera parecido como una especie de borrachera moral que hace sonrojarse, y que puede perjudicar mucho al propio respeto que se debe toda persona de categoría. Su mayor felicidad consistía en hablar de la última partida de caza del rey; su libro preferido, las Memorias del duque de Saint-Simon, sobre todopor laparte genealógica.
       Julien sabía cual era el sitio, que según la colocación de las luces, le convenía más altipo de belleza de la señora de Fervaques. Solía estar ya de antemano, pero con gran cuidado de volver su silla para no ver a Mathilde. Asombrada por aquel constante esconderse de ella, dejó un día el canapé azul y fue a bordar junto a una mesita cercana alsillón de la señora del mariscal. Julien la veía desde bastante cerca, por debajo del sombrero de la señora de Fervaques. Aquellos ojos, dueños de su destino, alprincipio le asustaron, luego, le hicieron salir rápidamente de su apatía habitual; se puso a hablar, y muy bien.
       Se dirigía a la señora del mariscal pero su única finalidad consistía en causar impresión sobre Mathilde. Se excitó de tal manera que la  señora Fervaques acabó por no entender lo que decía. 
       Era ya un éxito. Si a Julien se le hubiera ocurrido completarlo con unas cuantas frases de misticismo alemán, de sublime fervor y de jesuitismo,la viuda del mariscal le hubiera catalogado definitivamente entre los hombres eminentes llamados a regentar el siglo.
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario