EL INFIERNO
Canto primero
Perdido una noche el Poeta en una enmaranañada y obscura selva va por fin a salir de ella por una colina que ve iluminada con el resplandor del sol, cuando se le presentan delante, interceptándole el paso, tres animales feroces. Atemorízase su ánimo, mas de pronto se le aparece la sombra de Virgilio, que le infunde aliento y promete sacarle de allí, haciéndole atravesar el reino de los muertos, primero el Infierno, después el Purgatorio; hasta que finalmente Beatriz le conduce al Paraíso. Echa andar la sombra, y síguela Dante.
Hallábame a la mitad de la carrera de nuestra vida, cuando me vi en medio de una oscura selva, fuera de todo camino recto.
¡Ah! ¡Cuán penoso es referir lo horrible e intransitable de aquella cerrada selva, y recordar el pavor que puso en mi pensamiento!No es de seguro más penoso el recuerdo de la muerte. Mas para hablar del consuelo que allí encontré, diré las más cosas que me acaecieron.
No sé fijamente cómo entré en aquel sitio: tan trastornado me tenía el sueño cuando abandoné la senda que me guiaba.
Mas viéndome después al pie de la colina, en el punto donde terminaba el valle que tanta angustia había infundido en mi corazón, miré a lo alto, y vi su cima dorada ya por los rayos del planeta que conduce al hombre seguro por todas partes.
Dante Alighieri, La Divina Comedia, Barcelona, ed. Océano, página 3.
Seleccionado por Laura Tomé Pantrigo. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.
Hallábame a la mitad de la carrera de nuestra vida, cuando me vi en medio de una oscura selva, fuera de todo camino recto.
¡Ah! ¡Cuán penoso es referir lo horrible e intransitable de aquella cerrada selva, y recordar el pavor que puso en mi pensamiento!No es de seguro más penoso el recuerdo de la muerte. Mas para hablar del consuelo que allí encontré, diré las más cosas que me acaecieron.
No sé fijamente cómo entré en aquel sitio: tan trastornado me tenía el sueño cuando abandoné la senda que me guiaba.
Mas viéndome después al pie de la colina, en el punto donde terminaba el valle que tanta angustia había infundido en mi corazón, miré a lo alto, y vi su cima dorada ya por los rayos del planeta que conduce al hombre seguro por todas partes.
Dante Alighieri, La Divina Comedia, Barcelona, ed. Océano, página 3.
Seleccionado por Laura Tomé Pantrigo. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.
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