viernes, 22 de enero de 2016

La muerte en Venecia, Thomas Mann

       Todo el mundo necesita, pues, renovarse una y otra vez; todo el mundo necesita el contraste y el impacto, y, si por ventura uno asciende demasiado seguro, hasta el extremo de no tener que corregir la trayectoria o ha llegado ya a la meta, mejor sería que volviera sobre sus pasos o que cayera de nuevo antes que morir aplastado por el peso de la maestría y el clasicismo. En suma, un platonismo sin duda original que confiesa sus limitaciones. En cualquier caso, coherente o no, el personaje queda ahora perfectamente delineado y, una vez en Venecia, le recibe el dios Eros armado con flechas, le recibe la Belleza encarnada en el mundo sensible, le recibe Tadzio. Primero, el escritor pone el énfasis en todo lo que acentúa el contraste entre la belleza trabajada y la Belleza espontánea; cumple, en suma, castigar el orgullo del artista: “Mit Erstaunen bemerkte Aschenbach, dass der Knabe vollkommen schön war. Sein Antlitz, bleich und anmutig verschlossen, von honigfarbenem Haar umringelt, mit der gerade abfallenden Nase, dem lieblichen Munde, dem Ausdruck von holdem und göttlichem Ernst, erinnerte an griechische Bildwerke aus edelster Zeit, und bei reinster Vollendung der Form war es von so einmalig persönilchem Reiz, dass der Schauende weder in Natur noch bildender Kunst etwas ähnlich Geglücktes angetroffen zu haben glaubte”.
   “Con asombro observó Aschenbach que el muchacho era bellísimo. El rostro, pálido y graciosamente reservado, la rizosa cabellera, color miel que le enmarcaba, la nariz rectilínea, la boca adorable y una expresión de seriedad divina y deliciosa hacían pensar en la estatuaria griega de la época más noble; y además de esa purísima perfección en sus formas, poseía un encanto tan único y personal que su observador no creía haber visto nunca algo tan logrado en la naturaleza ni en las artes plásticas”


Mann, Thomas, la muerte en Venecia,http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/12128/8/Mann%20Tod%20cast_12128.pdf
seleccionado Paola Moreno Díaz ,segundo de bachillerato, curso 2015-2016.

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