«Reina en mi espíritu una alegría admirable, muy parecida
a las dulces alboradas de la primavera, de que gozo aquí
con delicia. Estoy solo, y me felicito de vivir en este país,
el más a propósito para almas como la mía, soy tan
dichoso, mi querido amigo, me sojuzga de tal modo la
idea de reposar, que no me ocupo de mi arte. Ahora no
sabría dibujar, ni siquiera hacer una línea con el lápiz; y,
sin embargo, jamás he sido mejor pintor Cuando el valle
se vela en torno mío con un encaje de vapores; cuando el sol de mediodía centellea sobre la impenetrable sombra
de mi bosque sin conseguir otra cosa que filtrar entre las
hojas algunos rayos que penetran hasta el fondo del santuario,
cuando recostado sobre la crecida hierba, cerca
de la cascada, mi vista, más próxima a la tierra, descubre
multitud de menudas y diversas plantas; cuando siento
más cerca de mi corazón los rumores de vida de ese
pequeño mundo que palpita en los tallos de las hojas, y
veo las formas innumerables e infinitas de los gusanillos y
de los insectos; cuando siento, en fin, la presencia del
Todopoderoso, que nos ha creado a su imagen, y el soplo
del amor sin limites que nos sostiene y nos mece en el
seno de una eterna alegría; amigo mío, si los primeros
fulgores del alba me acarician, y el cielo y el mundo que
me rodean se reflejan en mi espíritu como la imagen de
una mujer adorada, entonces suspiro y exclamo: «¡Si yo
pudiera expresar todo lo que siento! ¡Si todo lo que dentro
de mí se agita con tanto calor, con tanta exuberancia de
vida, pudiera yo extenderlo sobre el papel, convirtiendo
éste en espejo de mi alma, como mi alma es espejo de
Dios!» Amigo... Pero me abismo y me anonada la
sublimidad de tan magníficas imágenes.»
Johann Wolfgang von Goethe, Werther, http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/g/Goethe%20-%20Werther.pdf.
Seleccionado po Lidia Rodríguez Suárez. Segundo de bachillerato. Curso 2015-2016.
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