LIBRO X
8
Los beneficios y la gratitud que se les debe.
Te lamentas de haberte tropezado con un hombre ingrato. Si esto te acontece ahora por primera vez, da gracias a la fortuna, o a tu solicitud. Pero la solicitud en esta materia no puede tener otra consecuencia que la de volverte mezquino; porque si quieres evitar el riesgo de la ingratitud, no prestarás beneficios; así, para no perderlos en manos ajenas, los perderás en las tuyas. Mejor es que no se les corresponda, a que no se les otorgue; hay que sembrar aún después de una mala cosecha. A menudo, cuanto parece por la persistente esterilidad de un suelo improductivo, lo devuelve la fecundidad de un solo año.
Vale la pena, para encontrar una persona agradecida también a los ingratos. Nadie posee una intuición tan certera al otorgar los beneficios, que no se equivoque con frecuencia: que se pierdan con que arraiguen alguna vez. Después del naufragio uno vuelve al mar; al prestamista no lo ahuyenta del mercado el malgastador. Presto se paralizará la vida con un ocio estéril, si hay que abandonar cuanto nos molesta. Pero a ti debe hacerte más generoso este mismo riesgo, pues hay que intentar muchas veces aquella empresa cuyo resultado es incierto para que, al fin, prospere.
Séneca, Epístolas morales a Lucilio II, Madrid, Editorial Gredos S.A, 2001, páginas 9-10.
Seleccionado por Rebeca Serradilla Martín, Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017.
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