jueves, 16 de febrero de 2017

Historia de roma desde su fundación, Tito Livio


      El reyezuelo,con su tutor y una pequeña partida de masesulios, huyó a territorio cartaginés. Reconquistado así el reino paterno, Masinisa, en vista de que le esperaba una lucha bastante más dura con Sífar, pensó que lo mejor era hacer las paces con su primo, mandó mandó emisarios para convencer al chico de que si se confiaba a la lealtad de Masinisa tendría los mismos honores que en otro tiempo había tenido Ezalces al cabo de Gala, y para prometerle a Mazetulo, además de la impunidad, la fiel restitución de todos sus bienes. Como ambos preferían una fortuna modesta en su patria antes que el exilio, se los atrajo a su lado a pesar de que los cartagineses lo intentaron todo para que esto no ocurriera.
      Casualmente, cuando tenían lugar estos acontecimientos Asdrúbal estaba con Sífax. El númida estaba convencido de que a él no le afectaba en absoluto que el reino de los masesulios estuviera en poder de Lacumazes o de Masinisa, pero Asdrúbal le dijo que estaba muy equivocado si creía que Masinisa se iba a conformar con lo mismo que su padre Gala o su tío Ezalces, pues, por coraje y talento, su carácter era muy superior al que jamas había tenido hombre alguno de su nación; repetidas veces en Hispania les había dado prueba, tanto a los aliados como a los enemigos, de un valor poco común entre los mortales, si Sífax y los cartagineses no sofocaban aquel fuego en sus incendios, prontos se veían envueltos en las llamas de un gigantesco incendio cuando ya no tuvieran ningun recurso de echar mano; de momento, mientras se ocupaba de la consolidación del reino, que se recuperaba trabajosamente, sus fuerzas eran aún débiles y quebradizas. A fuerza de insistir y pinchar, consiguió que aproximara su ejército a las fronteras de los mesulios y emplazara el campamento, como en una posición suya por derecho indiscutible, en un territorio por el que a menudo había discutido de palabra e incluso luchado con las armas con Gala. Si alguien trataba de echarlo allí daría la batalla, que era lo que mas necesitaba; y si por temor se le decía el territorio, debía avanzar hacia el corazón del reino; o los mesulios se entregaban a su dominio sin combatir, o serían claramente inferiores con las armas.


Tito Livio, Historia desde su fundación, Editorial Gredos, publicada en Madrid en 2001, libro XXVI/XXX,página 347/348 parte XXIX.
Seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016/2017.

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