jueves, 4 de mayo de 2017

El doctor Zhivago, Borís Pasternak

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    Crujiendo por todas partes, los vagones ascendían la montaña, culebreando a lo largo del alto terraplén, a pie del cual crecía un joven bosque. Todavía más abajo extendíanse los prados, de los que se había retirado el agua hacía poco. La hierba, medio cubierta de arena, estaba sembrada de troncos diseminados desordenadamente. Procedentes de algún aserradero, la crecida, alejándolos del curso del río, los había llevado hasta allí.
    El joven bosquecillo estaba todavía casi desnudo, como en invierno. Sólo en los pálidos brotes que lo constelaban como gotas de cera, había algo de superfluo, de insólito, como una especie de borra o hinchazón. Esta superfluidad, esta novedad, esta borra eran la vida, que incendiaba ya algunos árboles con la llama verde del follaje.
    Aquí y allá erguíanse los abedules como mártires heridos por la punta de flecha de las agudas hojitas abiertas. Bastaba verlos para saber a qué olían: a la esencia de la madera de la cual se extrae la laca.
     El tren no tardó en llegar al lugar de donde probablemente procedían los troncos diseminados por el agua. A la vuelta de una curva, apareció en el bosque un claro lleno de serrín y viritas y en medio había un montón de gruesos troncos. En aquella zona destinada a aserrar madera, el tren se estremeció a a causa de un brusco frenazo y se detuvo encorvado sobre el ligero arco de la cuesta.
     La locomotora emitió algunos silbidos, y se oyeron unos gritos. Los pasajeros sabían de qué se trataba, aunque no se hubiesen hecho señales: el maquinista se había detenido para proveerse del material combustible.
     Se abrieron las puertas correderas de los vagones y la población de aquella pequeña ciudad que era el tren saltó a tierra, excepto los militares de los vagones que iban en cabeza, quienes estaban eximidos de trabajo colectivo y tampoco ahora tomaron parte en él.









Borís Pasternak, El doctor Zhivago, Barcelona, Edición Doctor Zhivago, Editorial Noguer, posteriormente ANAGRAMA, S.A, Colección Julio Vivas. 1ºEd 1991, 2º Ed 2002, 3º Ed 2005, página 280.
Seleccionado por Marta Talaván González, Primero de bachillerato, curso 2016/2017.

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