CANCIÓN
Cuando converso aquí cerca de vos
mi corazón se agita;
tiemblan todos mis nervios, mis rodillas
y hasta el pulso me falla.
La sangre y el espíritu, el aliento,
todo se desbarata ante mi Helena,
mi penar caro y dulce.
Me vuelvo loco, pierdo la razón,
ya no acierto a saber
si soy libre o cautivo, si estoy muerto;
vivo ya enajenado.
Basta miraros para desvariar,
turba vuestra mirada mi ser todo,
tan grande es su poder.
Vuestra belleza me hace al mismo tiempo
padecer cien pasiones;
y no obstante se alegran mis sentidos,
olvidando el sufrir.
Mis ojos os contemplan, y el oído
escucha vuestra voz incomparable,maravilla del mundo.
Ay, me habéis hechizado de tal modo
que gozo en mi desdicha;
y acepto satisfecho ese sufrir
por amor al dolor.
Quiero así tener siempre esa congoja,
para que siempre así de vos me acuerde
y el alma mía os dé.
No tratéis, pues, de hablar con aquel brujo
que es un hechizos hábil.
Tendríais un espíritu divino
si pudieseis amar.
Mi mitad bienamada, quiera Dios
que Amor con una flecha os incendiase
como a mí me ha hechizado.
Burla burlando quiso atraversarme
el corazón entero;
a vos, su amiga, no ha mostrado aún
el dardo que me hirió.
Me confieso dichoso con tal muerte
y no quiero cederos esa herida
a vos, bella señora.
Grabad sobre mi tumba mi congoja
en perdurable escrito:
De un vendomés aquí reposa el cuerpo,
su espíritu entre mirtos.
Como Paris es fuerza que baje a los abismos,
mas no como él por una Helena griega,
sino una de Saintonge.
Sonetos para Helena, Libro Primero, Barcelona, Editorial Planeta, Colección Clásicos Universales Planeta, 1987, págs 9-10, Seleccionado por Rosa María Perianes Calle, Segundo de Bachillerato, Curso 2014-2015.
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