Un lugar común de los estudiantes de Literatura Universal donde publicamos una antología de textos seleccionados por nosotros mismos con el fin de aprender a conocernos mejor a través de los más variados personajes que pueblan el universo literario.
viernes, 11 de diciembre de 2015
El barón rampante, Italo Calvino
Cósimo estaba en la encina. Las ramas se agitaban, altos puentes sobre la tierra. Soplaba un viento ligero; hacía sol. El sol se filtraba entre las hojas, y nosotros, para ver a Cósimo, teníamos que hacer pantalla con la mano. Cósimo miraba el mundo desde el árbol: todo, visto desde allá arriba, era distinto, y eso ya era una diversión. La avenida tenía una perspectiva bien diferente, y los parterres, las hortensias, las camelias, la mesita de hierro para tomar el café en el jardín. Más allá las copas de los árboles se hacían menos espesas y la huerta descendía en pequeños campos escalonados, sostenidos por muros de piedras; detrás estaba oscurecido por los olivares, y, más allá, asomaban los tejados de la población de Ombrosa, de ladrillos descoloridos y pizarra, y se distinguían las vergas de los navíos, allí donde debía de estar el puerto. Al fondo se extendía el mar, con el horizonte alto, y un lento velero lo atravesaba. El barón y la generala, después del café, salían ahora al jardín. Miraban un rosal, simulaban no apercibirse de Cósimo. Iban del brazo, pero en seguida se separaban para discutir y gesticular. Yo, en cambio, llegué hasta la encina, como jugando por mi cuenta, aunque en realidad trataba de llamar la atención de Cósimo; pero él me guardaba rencor y continuaba mirando a lo lejos. Cesé en mi empeño, y me acurruqué detrás de un banco para poder seguir observándolo sin ser visto.
Italo Calvino, El barón rampante http://portalacademico.cch.unam.mx/materiales/al/cont/tall/tlriid/tlriid4/circuloLectores/docs/el-baron-rampante.pdf
Seleccionado por Julia Mateos Gutiérrez curso 2015-2016
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