(...)Dios sabe por qué razones
sobrevivió, por así decir, a la invasión, en aquella cama había sufrido
el ladrón de automóviles indecibles dolores, tal vez por eso haya
quedado en ella un aura de padecimiento que hizo alejarse a la gente.
Son disposiciones del destino, misterios de los arcanos, y esta
casualidad no ha sido la primera, lejos de eso, basta reparar que a
esta sala llegaron todos los pacientes de la vista que se encontraban
en el consultorio cuando apareció el primer ciego, entonces todavía se
pensaba que la cosa no iba a más. Bajito, como de costumbre, para
no descubrir el secreto de su presencia, la mujer del médico susurró al
oído del marido, Quizá haya sido también enfermo tuyo, es un hombre
ya de edad, calvo, de pelo blanco, y lleva una venda negra en uno de
los ojos, recuerdo que me hablaste de él, En qué ojo, En el izquierdo,
Tiene que ser él. El médico avanzó por el corredor y dijo, levantando
un poco la voz, Me gustaría poder tocar a la persona que acaba de
unirse a nosotros, le ruego que venga andando en esta dirección, yo
iré a su encuentro. Coincidieron en medio del camino, los dedos con
los dedos, como dos hormigas que se reconocieran por el manejo de
las antenas, no será así en este caso, el médico pidió permiso, tanteó
con las manos la cara del viejo, encontró rápidamente la venda, No
hay duda, era el último que nos faltaba aquí. El paciente de la venda
negra, exclamó, Qué quiere decir, quién es usted, preguntó el viejo,
Soy, era su oftalmólogo, se acuerda, estuvimos hablando de la fecha
de su operación de cataratas, Y cómo me ha reconocido, Sobre todo
por la voz, la voz es la vista de quien no ve, Sí, la voz, también yo
reconozco la suya, quién nos lo iba a decir, doctor, ahora ya no
necesito que me opere, Si hay remedio para esto, los dos lo
necesitamos, Recuerdo que usted, doctor, me dijo que después de
operado no iba a reconocer el mundo en que vivimos, ahora sabemos
cuánta razón tenía, Cuándo se quedó ciego, Ayer por la noche, Y lo
han traído ya, Hay tanto miedo ahí fuera que pronto van a matar a las
personas cuando descubran que se han quedado ciegas, Aquí ya
liquidaron a diez, dijo una voz de hombre, Los encontré, dijo el viejo de
la venda negra simplemente, Eran de otra sala, a los nuestros los
enterramos inmediatamente, añadió la misma voz como si acabase un
informe. La chica de las gafas oscuras se había ido acercando, Se
acuerda de mí, llevaba puestas unas gafas oscuras, Me acuerdo muy
bien, a pesar de la catarata recuerdo que era muy bonita, la chica
sonrió, Gracias, dijo, y volvió a su sitio. Desde allí añadió,(...)
Becket, Samuel, Final de partida,
http://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Saramago,%20Jose%20-%20Ensayo%20sobre%20la%20ceguera.pdf
texto seleccionado por Paola Moreno Díaz, segundo de bachillerato, curso 2015-2016
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