Todo es exactamente como era antes, los elementos no han cambiado, el sueño no es diferente de la realidad. Sólo que, entre el momento en que se quedo dormido y el momento en el que se despierta, le han robado el cuerpo. Es como una máquina que vomita periódicos, millones y billones de ellos cada día, y la primera página esta llena de catástrofes , de disturbios, asesinatos, explosivos, colisiones, pero él no siente nada. Si alguien no gira el interruptor nunca sabrá lo que significa morir: no puedes morir, si te han robado el cuerpo. Puedes montar sobre una tía y magrearla como un macho cabrío hasta la eternidad: puedes ir a las trincheras y volar en pedazos; nada creará esa chispa de pasión sino interviene una mano humana. Alguien tiene que poner la mano en la máquina y forzarla para que los engranajes vuelvan a encajar bien. Alguien tiene que hacer eso sin esperar recompensas, sin preocuparse por los quince francos; alguien cuyo pecho sea tan delgado, que si le prendieran una medalla, quedaría jorobado. Y alguien tiene que dar de comer a una tía hambrienta sin temor de que se le vuelva a salir. De lo contrario, este espectáculo no acabará nunca. No hay forma de salir de este lío...
Henry Miller, Trópico de Cáncer, colección S.A. traducida por ediciones Alfaguara, publicada en 2000 , Mostoles, Madrid, página 136.
seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016- 2017.
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