jueves, 2 de febrero de 2017

Trópico de Cáncer, Henry Miller


      Todo es exactamente como era antes, los elementos no han cambiado, el sueño no es diferente de la realidad. Sólo que, entre el momento en que se quedo dormido y el momento en el que se despierta, le han robado el cuerpo. Es como una máquina que vomita periódicos, millones y billones de ellos cada día, y la primera página esta llena de catástrofes , de disturbios, asesinatos, explosivos, colisiones, pero él no siente nada. Si alguien no gira el interruptor nunca sabrá lo que significa morir: no puedes morir, si te han robado el cuerpo. Puedes montar sobre una tía y magrearla como un macho cabrío hasta la eternidad: puedes ir a las trincheras y volar en pedazos; nada creará esa chispa de pasión sino interviene una mano humana. Alguien tiene que poner la mano en la máquina y forzarla para que los engranajes vuelvan a encajar bien. Alguien tiene que hacer eso sin esperar recompensas, sin preocuparse por los quince francos; alguien cuyo pecho sea tan delgado, que si le prendieran una medalla, quedaría jorobado. Y alguien tiene que dar de comer a una tía hambrienta sin temor de que se le vuelva a salir. De lo contrario, este espectáculo no acabará nunca. No hay forma de salir de este lío...


Henry Miller, Trópico de Cáncer, colección S.A.  traducida por ediciones Alfaguara, publicada en 2000 , Mostoles, Madrid, página 136.
seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016- 2017.

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