jueves, 2 de febrero de 2017

el Sueño o la vida de Luciano, Luciano de Samósata

    Así, llegado el día que se creyó a propósito para inciar mi aprendizaje, fui encomendado a mi tío, sin que me molestara, ¡por Zeus!, el hecho; al contrario, considerando que aquello sería para mí una excelente diversión y un modo de presumir ante mis compañeros, si me veían esculpiendo figuras de dioses y modelando pequeñas estatuillas para mí y para quien yo quisiera. Pero lo primero que me sucedió fue lo que suele ocurrirles a los principiantes: entregóme mi tio un cincel y me ordenó que puliera con cuidado una tablilla que estaba allí en medio, añadiendo el conocido refrán; <>. Mas, en mi experiencia, golpeé demasiado fuerte la tablilla y ésta se rompio; él, entonces, lleno de cólera, cogió un bastón que tenía allí cerca y me inició en su arte de un modo no muy agradable ni atractivo, de modo que comencé mi aprendizaje con lágrimas.
     Escapé de allí. Me dirijo ami casa, sollozando sin cesar, y, con los ojos llenos de lágrimas, les cuento lo del bastón y les muestro mis cardenales; acuso a mi tío de excesiva crueldad, añadiendo que lo había hecho todo por envidia, temeroso 











Luciano de Samósata, Diálogos, Barcelona, Editorial Planeta, S.A 1988, Primera edición en clásicos universales Planeta, Pág 180.
Seleccionado por David Francisco Blanco, Primero de bachillerato, Curso 2016-2017.

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