lunes, 3 de noviembre de 2014

Una pluma de cuervo blanco, Pepe Maestro

     Aquella noche decidieron dormir al raso. Juan pensaba en Orácula, en sus palabras, en el viaje que estaba realizando con su abuelo, en las imágenes que había visto ese día.
     Cuando despertaron, no había rastro de la casa de Orácula. En su lugar se alzaba un majestuosos rosal silvestre de flores blancas. Los pétalos, esparcidos por el viento suave de la mañana, se perdían en el bosque, alfombrando el camino a modo de invitación. 
     -Abuelo, ¿qué ha pasado con la casa?
     -¿De qué casa me hablas? Presiento que has tenido una noche agitada. Será mejor que despiertes. El día nos está esperando.
     -¡Venga ya, abuelo! Dime, ¿dónde está la casa?
     -Debe de ser alguna hierba que se mezclara con la menta la que te ha debido de provocar esos sueños...
     
Pepe Maestro, Una pluma de cuervo blanco, Zaragoza, Ala delta, Página 37 y 38.
Seleccionado por Alain Presentación Muñoz. Segundo de Bachillerato. Curso 2014/2015.

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