Agamenón. Es el amanecer. Entran Orestes, su
amigo Pílades y el Pedagogo.
PEDAGOGO.- Hijo de Agamenón, el que guio los ejércitos ante Troya un día, ahora puedes ver aquello de lo que siempre estabas deseoso. He aquí el antiguo Argos que añorabas, sagrado lugar de la virgen herida por el tábano, hija de Ínaco. He aquí, Orestes, la plaza Licea del dios matador de Lobos, y aquí, a la izquierda, el glorioso templo de Hera. Aquí hemos llegado,puedes decir que ves Micenas rica en oro y a este palacio rico en desgracias de los Pelópidas, de donde, lejos de quienes fueron muerte de tu padre, yo te saqué, tomándote de una de tu sangre, de tu hermana, y te guardé y nutrí hasta la edad que tienes, para que fueras vengador de la muerte de tu padre. Ahora, pues, Orestes, y tú, Pílades, el más querido de los huéspedes, a prisa hay que pensar que haremos, porque ya la luz brillante del sol claras nos alza las voces mañaneras de los pájaros, y ha pasado la oscura noche de las estrellas. Antes que nadie salga de casa, poneos de acuerdo; vamos adonde no es momento de dudar, sino a tiempo de obras.
Sófocles, Electra. Madrid. Ediciones clásicas. Páginas 19 y 20. 2000.
Seleccionado por Pablo del Castillo Baquerizo . Segundo de bachillerato, curso 2014/2015
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