XII
Connie se fue al bosque directamente después de comer. Era un día hermoso. Los primeros dientes de león se abrían como soles, y las primeras margaritas eran muy blancas. La arboleda de avellanos formaba una labor de encaje con las hojas semiabiertas y la espiga perpendicular de los amentos. Las amarillas celidonias, constituía legiones, abiertas del todo y echadas hacia atrás, en un gesto de turgencia, con su esplendor amarillo. Era el amarillo, el poderoso amarillo de principios de verano. Y las anchas prímulas, henchidas de pálido abandono, se abrían en espesos macizos olvidando su timidez. El verde oscuro y exuberante de los jacintos era un mar, con los botones alzándose como pálidos granos de maíz. mientras que en el camino se desmelenaban matas de nomeolvides y las aquileñas desplegaban sus encajes purpúreos, y aparecían cascarones azunlencos de huevo de pájaros bajo los matorrales. ¡En todas partes había yema y brotes de vida!
Lawrence D.H., El amante de lady Chatterley, Madrid, Bibliotex, S.L., 1960 Página: 211
Seleccionado por Pablo Galindo Cano. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.
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