CCCLXV
Yo voy llorando mis pasados tiempos
en los que amé las cosas de este mundo,
sin elevar el vuelo, habiendo alas,
para dar de mí acaso nombre ejemplo.
Tú que ves los indignos males míos,
inmortal e invisible Rey del cielo,
socorre al alma frágil y perdida,
y llena con tu gracia su defecto;
que si ha vivido en guerra y en tormenta,
que muera en paz y en puerto; si la estancia
vana fue, que no sea la partida.
Para el poco vivir que ya me queda
y para el buen morir dame tu mano:
Tú sabes bien que en nadie más confío.
Francisco Petrarca, Cancionero II, Madrid, Editorial: Cátedra, Colección: Tercera, página 1027
Seleccionado por Alejandro López Sánchez. Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015
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