La miga de pan.
El señor Lépic, si está de buen humor, no duda en entretener él mismo a los niños. Les cuenta cuentos por los caminos del jardín y a veces ocurre que el hermano mayor Félix y Pelo de Zanahoria se revuelcan por el suelo de tanto reírse. Esta mañana, ya no pueden mas. Pero su hermana Hernestine viene a decirles que la comida está lista y con eso se tranquilizan. En todas las reuniones de la familia, los rostros se ponen ceñidos.
Se come rápido, como siempre, y sin respirar, y nada impediría ya dejar la mesa a otros si estuviera reservada, cuando la señora Lepic dice:
-¿Quieres alcanzarme una misa de pan, por favor? Es para acabar la compota.
¿A quién se dirige?
La señora Lepic se sirve casi siempre ella misma, y solo habla con el perro. Le informa del precio de las verduras y le explica lo difícil que es alimentar con poco dinero, hoy en día, a seis personas y a un animal.
-No -le dice a Pyrame que gruñe de amistad y golpea el felpudo con su cola-, no sabes tú bien el trabajo que me cuesta llevar esta casa. Te imaginas, como los hombres que una cocinera lo tiene todo a cambio de nada. A ti te da igual que la mantequilla suba y que los huevos estén inasequibles.
Jules Renard, Pelo de zanahoria, Madrid, Akal Literaturas, 2002. Página 69.
Seleccionado por Pablo Galindo Cano. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.
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