CLVIII
Aquel acerbo y honorable día
tan viva al corazón mandó su imagen
que no ha de describirlo ingenio o pluma,
aunque vuelvo hacia él con la memoria.
El gesto lleno de piedad y dulce
amargo lamentar que yo escuchaba
dudar hacían mortal o diosa
era aquella que al cielo aquietó en tornor.
Oro el cabello, el rostro nieve cálida,
cejas y ojos, ébano y estrellas,
donde Amor no tendía su arco falso;
perlas y rosas, donde recogido daba el dolor ardientes voces bellas;
cristal el llanto, y llama los suspiros.
Francisco Petrarca, Cancionero II, Madrid, Editorial: Cátedra, Colección: Tercera, páginas 545
Seleccionado por Alejandro López Sánchez. Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015
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