Vino desde Mitilene un siervo, compañero de Lamón, a avisar de que poco antes de la vendimia llegaria el amo para enterarse de si la incursión de la flota de Metimna había producido algún daño en sus fincas. Como el verani ya se iba y el otoño se acercaba, Lamón hacia preparativos para que en su estancia se complaciera en todo lo que viese. Limpió las fuentes, para que tuviera un lindo aspecto.
Y era el parque de todo punto hermoso y a la manera de los jardines de los reyes. Se extendía hasta el largo de un estadio y estaba situado en un paraje alto, con cuatro pletros de ancho. Se hubiera podido describirlo como una amplia llanada. Tenía toda surte de arboles: manzanos, mirtos, perales y granados, higueras y olivos; en otro lugar un alta vid, que con sus oscuros tonos se apoyaba en los manzanos y perales, como si en frutos con ellos compitiera. Y esto solo en arboleda culivada. Tambien había cipreses y laureles y platanos y pinos. Sobre todos ésos se extendía hiedra en vez de vid, y sus racimos, por el tamaño y su color ennergrecido, emulaban a los racimos de la vid.
Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato. Curso 2016-2017.
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