ACTO CUARTO
ESCENA PRIMERA: ANDRÓMACA, CEFISA
CEFISA
¡Ah! ¡Quién puede dudarlo! Vuestro esposo, señora,
Héctor es el autor del milagro en vuestra alma.
Quiere que Troya pueda renacer nuevamente
con ese hijo dichoso al que os hace salvar.
Pirro os lo ha prometido. Ya lo oísteis, señora.
Ha bastado que hablaseis y os devuelve a Astinacte.
No dudéis que es sincero: padre, cetro y aliados,
sólo a cambio de amor, os pone a los pies.
De su pueblo y de él mismo os declara la reina.
¿Es que acaso merece odio tal vencedor?
Enfrentado a los griegos, lleno de noble cólera,
ha abrazado la causa como vos de este niño.
Se precave de Grecia y le da un defensor.
Le sustrae a peligros arriesgándose él.
Mas el templo os espera, acabáis de jurarlo.
ANDRÓMACA
Cumpliré mi palabra. Mas veamos a mi hijo.
CEFISA
¿Qué os apremia, señora? ¿Es que acaso no os basta
poder verle desde hoy siempre que lo deseéis?
Le podréis prodigar toda vuestra ternura,
vuestros besos y abrazos no tendrán que contarse.
¡Qué placer educar al que vemos crecer,
no ya como un esclavo destinado a su amo,
sino para que sea semillero de reyes!
Jean Racine, Andrómaca, Acto cuarto, Escena primera, Barcelona, RBA editores, Colección Historia de la Literatura, 1994, págs 56-57, Seleccionado por Rosa María Perianes Calle, Segundo de Bachillerato, Curso 2014-2015.