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Lo siguiente que debía hacer el anticuario era localizar los vitrales de la iglesia abacial de Steinfeld. Poco después de la Revolución, una gran cantidad de vitrales pasó de las disueltas abadías de Alemania y Bélgica a nuestro país, y hoy adornan varias de nuestras iglesias parroquiales, catedrales y capillas privadas. La abadía de Steinfeld fue uno de los más pródigos de estos involuntarios proveedores de nuestro patrimonio artístico (cito el anticuario) y la mayor parte de los vitrales de esa institución son identificables sin dificultad, ya por las múltiples inscripciones que mencionan su procedencia, ya por los temas, que representaban ciclos o narraciones bienes definidos.
M.R.James, Cuentos de fantasmas, Madrid, Editorial: Ediciones Siruela, 1988, páginas 40, 41.
Seleccionado por Alejandro López Sánchez, Segundo de Bachillerato. Curso 2014/2015
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