viernes, 5 de febrero de 2016

Oscar Wilde, La importancia de llamarse Ernesto.


ARCHIBALDO.- Sí. Pero ¿por qué tu tía te llama aquí tío suyo? “Recuerdo de la pequeña Cecilia, con todo su cariño, a su querido tío Juan.” Comprendo que no hay nada que impida a una tía ser pequeña; pero que una tía, sea del tamaño que sea, llame tío a su propio sobrino, es cosa para mí ininteligible. Además, tú no te llamas Juan, sino Ernesto. 
GRESFORD.- No, señor; yo no me llamo Ernesto; me llamo Juan. 
 ARCHIBALDO.- Tú siempre me has dicho que te llamabas Ernesto. Yo te he presentado a todo el mundo como Ernesto. Tú respondes al nombre de Ernesto. Es completamente absurdo que niegues llamarte Ernesto. En tus tarjetas está. (Sacando una de su cartera.) “ERNESTO GRESFORD, Albany, 4”. La conservaré como prueba de que tu nombre es Ernesto, si alguna vez tratas de negármelo, a mí, o a Susana, o a quien sea. (Se guarda la tarjeta en el bolsillo.) 
 GRESFORD. - Bueno, sea; me llamo Ernesto en Londres y Juan en el campo; y esa pitillera me la regalaron en el campo. ¿Estás ya satisfecho? 
 ARCHIBALDO.- Sí; pero eso no explica lo más mínimo que tu pequeña Cecilia, que vive en Tunbridge Wells, te llame querido tío. Créeme: harías mejor en desembucharlo todo de una vez. 
 GRESFORD. - ¡Querido, estás hablando como un sacamuelas, cosa vulgarísima cuando no se es un sacamuelas! Te aseguro que causa mala impresión. 
 ARCHIBALDO. - Como la causan siempre los sacamuelas. Pero, te lo repito: harías bien en confesarme la verdad. Te advierto que hace ya tiempo que abrigaba la sospecha de que eras un consumado bunburysta en secreto; y ahora no me cabe la menor duda. 
 GRESFORD. - ¿Un bunburysta? ¿Qué demonios quieres decir con eso de bunburysta?
 ARCHIBALDO.- Te revelaré el sentido de esa incomparable expresión, en cuanto tengas la bondad de explicarme por qué te llamas Ernesto en Londres y Juan en el campo. 
 GRESFORD. - Bueno; pero dame antes la pitillera. ARCHIBALDO. - Aquí la tienes. (Entregándosela.) Ahora, venga la explicación, y procura que no sea inverosímil. (Se sienta en el sofá.) 
 GRESFORD.- Hijo mío, mi explicación no tiene nada de inverosímil. No puede ser más sencilla. El difunto míster Thomas Morris me adoptó cuando yo era un niño, y me nombró en su testamento tutor de su nieta Cecilia. Ésta, que por motivos de respeto que tú eres incapaz de comprender, me llama tío vive en el campo, con su admirable institutriz miss Prism. 
ARCHIBALDO.- ¿Sí?... ¿Y en qué sitio viven, puede saberse? 
 GRESFORD.- Te advierto que no pienso incita a que nos hagas una visita... Lo que sí puedo decir con toda franqueza es que no viven por Shropshire 
Oscar Wilde, La importancia de llamarse Ernesto, http://www.moreliain.com/secciones/CULTYTRAD/libros/Oscar%20Wilde%20-%20La%20Importancia%20de%20llamarse%20Ernesto.pdf. Seleccionado por Julia Mateos Gutiérrez, segundo de bachillerato. Curso 2015-2016.

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