lunes, 9 de marzo de 2015

El tambor de hojalata, Günter Grass

Bajo la balsa

     No es nada fácil para mí, desde la cama metálica reluciente de la clínica y bajo la doble vigilancia de la mirilla y del ojo de Bruno, reconstruir la humareda perezosa de los fuegos de hojarasca cachubas y lños rayos oblicuos de una lluvia de octubre. Si no tuviera mi tambor, que, tratado con paciencia y habilidad, me va dictando todos los pormenores necesarios para verter al papel la esencia, y si no contara demás con la autorización del establecimiento para tocarlo de tres a cuatro horas diarias, sería yo ahora un pobre hombre sin abuelos conocidos.
     En todo caso dice mi tambor: Aquella tarde de octubre del año noventa y nueve, mientras en el África del Sur el tío Kruger se limpiaba las hirsutas cejas anglófobas, ocurrió que entre Dirschau y Karthaus, junto al ladrillar de Bissau, bajo cuatro faldas de color uniforme, en medio de la humareda, de angustias y suspiros, bajo una lluvia oblicua acompañada de los nombres invocados en tono plañidero de los santos y bajo las preguntas insulsas y las miradas lacrimosas de dos guardias rurales, mi madre Agnés fue engendrada por el bajito pero fornido José Koljaiczek. 



Günter Grass, El tambor de hojalata. Editorial, Santillana Ediciones Generales, S.L. páginas 26-27
Seleccionado por Alejandro López Sánchez. Segundo de bachillerato, curso 2014/2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario