lunes, 9 de marzo de 2015

Decamerón, Giovanni Boccaccio

Novela Cuarta.

     Señoras mías, no ha mucho tiempo pasado que en la Romaña había un caballero llamado Micer Licio de Valbona, a quien siendo ya a la vejez venido, por ventura le nació una hija, a la que puso por nombre Catalina, la cual, creciendo, se hizo mujer muy hermosa; y porque el padre y la madre sólo a ella tenían, era de ellos muy querida y guardada con mucha diligencia, por cuanto con ella ambos esperaban que la familia hiciese enlace muy ventajoso.

     Y frecuentaba mucho la casa de Micer Licio, y en ella largamente permanecía un apuesto gentilhombre llamado Ricardo, quien, fijando una y otra vez sus ojos en la doncella, muy bella y graciosa y ya en edad de marido, de ella se enamoró con mucho ardor, aunque gran cuidado puso en tener ese amor muy callado. Mas la doncella, de tal cosa habiéndose avisado, en vez de esquivarle, de él se prendó igualmente; lo cual sintiendo RIcardo, hubo de ello gran contento. Y acerca de esto teniendo voluntad muchas veces de quererle decir alguna cosa, callaba, por vergüenza, hasta que una vez que halló tiempo oportuno, cobrando osadía le dijo: "Catalina, yo te ruego que no permitas que yo muera del amor que siento por ti".


     Giovanni Boccaccio, Decamerón, Barcelona, Planeta, 1987, página 305.
    Seleccionado por Pablo Galindo Cano. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.

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