Tres domingos por semana
-¡Viejo empedernido, zamacuco, obstinado, mohoso, tozudo, emperrado y bárbaro! -dije cierta tarde (en mi fantasía) a mi tío abuelo Rumgudgeon, mientras lo amenazaba con el puño (en mi indignación).
Sólo en la imaginación. Diré que, en verdad, había cierta discrepancia entre lo que yo decía y lo que no tenía el coraje de decir, entre lo que hacía y lo que no me faltaba gana de hacer.
Cuando abrí la puerta del salón la vieja marsopa habíase instalado con los pies sobre la chimenea, un vaso de oporto en la zarpa, esforzándose violentamente por poner en práctica la cancioncilla:
Remplis ton verre vide!
Vide ton verre plein!
-Querido tío -dije, cerrando suavemente la puerta y aproximándome con la más blanda de mis sonrisas-, ha sido usted siempre tan amable y considerado manifestándome su benevolencia de tantas... de tantísimas maneras que... que siento como si sólo fuera necesario sugerirle una vez más cierta insignificante cosilla, para tener la seguridad de su plena aprobación.
Edgar Allan Poe, Cuentos/2, Madrid, Alianza Editorial,1970, páginas 241-242.
Seleccionado por Alain Presentación Muñoz. Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015.
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