lunes, 9 de marzo de 2015

Molière, Tartufo

SEGUNDA SÚPLICA

Presentada al Rey en su campamento,
frente a la ciudad de Lille, en Flandes (1667)

     Señor:
     Constituye una gran temeridad por mi parte acudir a importunar a una gran monarca en medio de sus gloriosas conquistas; pero, dada la situación en que me hallo, ¿dónde encontrar, Señor, protección sino en el lugar adonde acudo a buscarla? ¿Y a quién podría recurrir para contrarrestar la autoridad del poder que me oprime, sino a la fuente misma del poder y la autoridad , al justo dispensador del orden absoluto, al juez soberano de todas las cosas?
     Mi comedia, Señor, no ha podido disfrutar hasta aquí de las bondades de Vuestra Majestad. En vano la presenté bajo el título de El Impostor, vistiendo a su personaje central con el atuendo de un hombre de mundo; en vano lo exhibí con un sombrero de ala corta, cabellos largos, ancha valona, una espada y un traje adornado de encajes; en vano suavicé algunos pasajes y suprimí meticulosamente todo lo que, a mi entender, pudiera dar pie a la sombra de un pretexto a los conocidos modelos del retrato que me proponía hacer. Todo esfuerzo ha sido inútil. La cábala en pleno se alzó nada más oír los simples rumores que le llegaban del asunto. Se las arreglaron para impresionar a personas que, en cualquier otra materia, tienen a gala no dejarse impresionar por nada. Nada más salir a la luz, mi comedia cayó fulminada por el rayo de un poder que debe imponer respeto, y todo lo que pude hacer en esa coyuntura para protegerme del estallido de dicha tempestad, fue decir que Vuestra Majestad había tenido la bondad de autorizarme que la representara, por lo que no había creído necesario solicitar ese permiso a otros, ya que nadie sino ella hubiera podido prohibírmela.

Molière, Tartufo, Barcelona, ed. Vicens Vives, col. clásicos universales, 1998, páginas 16-17.
Seleccionado por Alain Presentación Muñoz. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.

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