lunes, 16 de marzo de 2015

Los viajes de Gulliver, Swift_Jonathan

Capítulo VIII

     Nunca olvidaré con qué mala gana Glumdalclitch dio su consentimiento ni las severes órdenes que impartió al paje para que me cuidase, al mismo tiempo que se deshacía en lágrimas como si presintiera lo que iba a suceder. El muchacho me llevó en mi caja durante una media hora de camino desde el palacio hacia el acantilado. Le ordené que me pusiera en el suelo y levantando uno de los postigos de la ventana contemplé el mar con atención y melancolía. 
     Me encontraba indispuesto y comuniqué al paje que iba a echar una siesta en la hamaca y esperaba que ésta me sentase bien. Me encarné a ella y el muchacho cerró cuidadosamente las ventanas para que no me enfriara. Pronto me dormí, y todo lo que puedo deducir es que mientras tanto, el paje, pensando que no estaba en peligro, fue en busca de huevos de pájaros por entre las rocas, pues antes le había visto desde la ventana cómo cogía un par de hendiduras. Sea como fuere, me despertó de pronto un violento tirón de la anilla que tenía la caja en la parte superior para facilitar el transporte. Tuve la sensación de que ésta era izada porlos aires a gran altura y que luego se desplazaba con velocidad prodigiosa

Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver, Barcelona, Editorial Planeta, Colección Clásicos universales Planeta, 1984, página 129. Seleccionado por: Pablo Galindo Cano. Segundo de Bachillerato, Curso 2014-2015.


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