lunes, 16 de marzo de 2015

Su único hijo, Leopoldo Alas "Clarín"

V


     Por la noche Emma le echó del seno del hogar por algunas horas, y Bonifacio volvió al ensayo. Ahora no estaba solo en calidad de público; en todas las faltriqueras había abonados, y en la de los tertulios de Cascos se destacaba la respetable personalidad del Gobernador militar, que honraba a aquellos señores aceptando un asiento en lo oscuro. Reyes se sentó en primera fila, y en cuanto Mochi miró hacia el palco, le saludó con el sombrero. No contestó el temor por lo pronto, lo cual desconcertó al buen aficionado, principalmente por lo que pensarían sus amigos; mas ¡oh gloria inmortal, oh momento inolvidable! al lado de Mochi, frente a la cáscara del apuntador, había una mujer, una señora, con capota de terciopelo, debajo de la cual asomaban olas de cabello castaño claro y fino; y aquella mujer, aquella señora que había notado el saludo de Reyes, tocó familiarmente con una mano enguantada en un hombro el tenor, y le debió de decir:
     -En aquel palco te han saludado.
     Ello fue que Mochi se volvió con rapidísimo gesto, vio a reyes y se deshizo en cortesías...
     En el palco todos envidiaron aquello, hasta el brigadier Gobernador militar de la provincia; y más envidiaron la sonrisa con que la dama de la capota se atrevió a acompañar el saludo de Mochi, muy satisfecha, al parecer, de haberle advertido su distracción.
     Reyes encontró en sus ojos la mirada de la Gorgheggi  - que no era otra la dama- y muchas veces, muchas, pensando después en aquel momento solemne de su vida, tuvo que confesarse que impresión más dulce ni tan fuerte no la había experimentado en toda su juventud, tan romántica por dentro.
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     Leopoldo Alas "Clarín", Su único hijo, Madrid, Edición Espasa-calpe, S.A., páginas 46, 47, 1979. Seleccionado por Andrea González García. Segundo de bachillerato, curso 2014-2015.

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