lunes, 16 de marzo de 2015

Molière, Tartufo

     ORGÓN: ¡Callaos! Sabed que, si nada tiene, es precisamente por eso por lo que hay que reverenciarlo. Su miseria, no lo dudéis, es una miseria honrosa que forzosamente ha de elevarle por encima de toda grandeza, ya que, a fin de cuentas, si se vio despojado de sus bienes, fue debido a su escaso interés por las cosas de este mundo y a su incesante apego a las eternas. Mas mi ayuda podrá procurarle los medios suficientes para salir de apuros y recuperar sus posesiones, propiedades que gozan de legítimo renombre en su región de procedencia ; pues ahí donde lo veis, es un auténtico gentilhombre.
     DORINA: Ya lo creo, eso es lo que él dice, aunque sea vanidad, señor, difícilmente se aviene con su devoción. Quien abraza la pureza de una vida santa no tiene por que presumir tanto de apellidos y linaje, pues, como ya sabéis, el humilde proceder de la religión se acomoda muy mal con esos alardes de vanidad. ¿A cuento de qué tanta presunción?... Pero ya veo que mis palabras os enojan. Hablemos, pues, de su persona y dejemos a un lado su nobleza. ¿Seríais capaz de entregar, sin el menos reparo, una hija como la vuestra a un hombre como él? ¿No deberíais acaso pensar en vuetro personal decoro y el prever las consecuencias de semejante matrimonio? Sabed que se pone en peligro la virtud de una muchacha cuando se contraría su gusto a la hora de casarse; que su voluntad de vivir como una mujer honesta depende, en gran medida, de las cualidades del marido que se le otorga, y que aquellos cuya frente todo el mundo señala con el dedo son, la mayoría de las veces, culpables de que sus mujeres sean lo que se ve que son. Es, en una palabra, sumamente difícil ser fiel a ciertos maridos hecho con arreglo a determinado patrón, y quien da lugar a que su hija caiga en manos de un hombre al que detesta es responsable ante el Cielo de las faltas que ella pueda cometer. Imaginaos, pues, a qué riesgos la exponéis adoptando semejante decisión.

Molière, Tartufo, Barcelona, Ediciones Vicens Vives, Clásicos universales, páginas 41-42
Seleccionado por Lucía Pintor del Mazo. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015

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