lunes, 16 de marzo de 2015

Mark Twain, Las aventuras de Tom Sawyer

Capitulo XVIII

     ¡Tom estaba hecho todo un héroe! No iba dandi saltos y bailando, sino que andaba con un paso jactancioso y digno, propio de un pirata que sabe pendientes de sí los ojos de todo el mundo. Y en realidad así era; hacía como si no viera las miradas ni oyera los comentarios que suscitaba su paso, pero eran como un alimento para su alma. Los chicos más pequeños que él, de que Tom les aceptara, como si él fuera el tambor que va al frente de una procesión o el elefante que camina delante de las fieras de un circo. Los muchachos de su propia edad aparentaban no saber en absoluto que había estado ausente; sin embargo, se concomían de envidia. Hbubieran dado cualquier cosa a cambio de la piel morena y bronceada de Tom y su brillante notoriedad; y Tom no habiera cedido ninguna de estas cosas ni a cambio de un circo.

    En la escuela los niños asediaron tanto a Tom y a Joe y les lanzaron miradas de tan elocuente admiración, que los dos héroes no tardaron en ponerse insufriblemente engreídos. Empezaron a contar sus avnturas a audiencias anhelentes... y no hicieronmás qu empezar, porque aquello parecía que no iba a tener fin, de tantos añadidos como les iban poniendo en su imaginación.

     Mark Twain, Las aventuras de Tom Sawyer, Madrid, Ed. castellana, Editorial Anaya, 1984, página 147.
 Seleccionado por Pablo Galindo Cano. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario