jueves, 30 de marzo de 2017

Las Aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain

                                                  Capítulo IX

       Aquella noche, a las nueve y media, mandaron a la cama a Tom y a Sid como de costumbre. Rezaron las oraciones y SId se durmió en seguida. Tom se quedó despierto, esperando, inquieto e impaciente. ¡Cuando ya creía que estaría amaneciendo oyó que el reloj daba solamente las diez! ¡Qué desesperación! Se hubiera puesto a dar vueltas, agitado, como le exigían los nervios, pero temía despertar a Sid. Así que se quedó quieto, con la mirada clavada en la oscuridad. Todo estaba lúgubremente silencioso. Poco a poco, en medio del silencio, empezaron a distinguirse algunos ruiditos apenas perceptibles. El tic-tac del reloj comenzó a hacerse notar. Las viejas vigas empezaron a crujir misteriosas. Las escaleras chirriaban débilmente. Por lo visto, los espíritus andaban cerca. Un ronquido rítmico y amortiguado salía del cuarto de la tía Polly. Y entonces empezó a oírse el fastidioso chirrido de un grillo que resultaba humanamente imposible de localizar. Luego el espeluznante tic-tac de un escarabajo de la muerte en la pared, cerca de la cabecera de la cama hizo estremecerse a Tom... Significaba que alguien tenía ya sus días contado.

       Mark Twain, Aventuras de Tom Sawyer. Bruguera, Barcelona. Laurin, primera edición, 1994. Página 78
       Seleccionado por David Francisco Blanco. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Cumbres borrascosas, Brontë

       Ni siquiera abrigaba la menor idea de que hubiesen existido. Yo era aún una niña, acababan de enterrar a mi padre, y se debía mi congoja a que, por mandato de Hindley, me habían separado de Heathcliff. Me hallaba sola por primera vez, y despertando de un terrible letargo después de toda una noche de llorar sin descanso.  levanté las manos para descorrer las tablas del lecho. La mano dio contra el tablero de esa mesa. Entonces pasé la mano por la alfombra y recuperé de golpe la memoria. La congoja que acababa de sentir se ahogó en un paroxismo de desesperación. No sabría explicar por qué me sentía tan profundamente desdichada. debía estar bajo los efectos de una perturbación pasajera, puesto que ahora no veo la razón. Pero comprende que hace doce años que me arrancaron del hogar donde se desarrolló mi infancia, de Cumbres Borrascosas, del lugar que lo suponía todo para mí, como para Heathcliff entonces, y me vi transformada de pronto en señora Linton, la dueña de la Granja de los Tordos; en la mujer de un extraño, proscrita, trasplantada, por tanto, de lo que había constituido mi mundo. ¡Ya puedes darte idea del abismo en qué me sentí sumida! Mueve cuanto quieras la cabeza, Nelly. Has contribuido a perturbarme el cerebro. debiste haber hablado a Edgar. Ten la seguridad que debiste hacerlo y obligarle a que me dejase en paz. ¡Ah, estoy ardiendo! Quisiera estar fuera. Quisiera volver a ser aquella niña medio salvaje, intrépida y libre, que se burlaba de las ofensas en vez de enloquecer. ¿Por qué habré cambiado tanto? ¿Por qué hay palabras que hacen que me hierva la sangre con tan infernal violencia? Estoy convencida de que sería nuevamente la misma que era, si estuviese en los matorrales de las lomas. Vuelve a abrir la ventana..., ¡de par en par!...¡Y déjala abierta! Date prisa..., ¿Por qué no te mueves?
       -Porque no quiero matarla de frío.
       -Di, mas bien, que no quieres dejarme que viva -dijo con tristeza-. Pero, después de todo, todavía no me encuentro impedida; yo misma abriré.
        Y deslizándose del lecho antes que yo pudiera evitarlo, atravesó la habitación con paso vacilante, abrió la ventana de par en par y se asomó sin preocuparse de aire helado y cortante como un cuchillo. Le supliqué que se metiera dentro y, por último, traté de obligarla. Pero he de confesar que la fuerza que le daba el delirio superaba con mucho la mía. (Tenía el delirio y me convencí luego, por sus extraviados actos.) No había luna y todo estaba sumido en brumosa oscuridad. ni cerca ni lejos brillaba la luz de una sola casa; hacia tiempo que todas se habían apagado, y las Cumbres Borrascosas no se podían ver desde allí. Sin embargo, afirmaba ella que distinguía sus resplandores.


       Brontë, Cumbres borrascosas, Barcelona, Editorial Planeta S. A., 1994, Página 99.
Seleccionado por Gustavo Velasco Yavita, primero de bachillerato, curso 2016-2017



Ética Nicomáquea, Aristóteles

Libro III

Capítulo 3: Objeto de la voluntad.

   Hemos dicho ya que la voluntad tiene por objeto un fin, pero unos piensan que su objeto es el bien, y otros que es el bien aparente. Si se dice que el objeto de la voluntad es el bien, se sigue que el objeto deseado por un hombre que no elige bien no es objeto de voluntad (ya que , si es objeto de voluntad, será también un bien; pero, así, sucedería que sería un mal); en cambio, para los que dicen que el objeto de la voluntad es el bien aparente, no hay nada deseable por naturaleza, sino lo que a cada uno le parece: a unos una cosa y a otros otra, y si fuera así, cosas contrarias. Y si estas consecuencias no nos satisfacen, ¿deberíamos , entonces, decir que el objeto de la voluntad es el bien, tomado de un modo absoluto y de acuerdo con la verdad, mientras que para cada persona es lo que le aparece como tal? Así, para e hombre bueno, el objeto de la voluntad es el verdadero bien; para el malo, cualquier cosa (lo mismo, para el caso de  los cuerpos, si están en buenas condiciones físicas, es sano lo que verdaderamente lo es, pero, para los enfermizos, son otras cosas; e igualmente ocurre con lo amargo, lo dulce, lo caliente, lo pesado y todo lo demás). El hombre bueno, en efecto, juzga bien todas las cosas, y en todas ellas se le muestran la verdad.
   Pues, para cada modo de ser, hay cosas bellas y agradables, y, sin duda, en lo que más se distingue el hombre bueno es en ver  la verdad en todas las cosas, siendo como el canon y la medida de ellas. La mayoría, en cambio, se engaña, según parece, a causa del placer, pues parece ser un bien sin serlo.
    Y, por ello, eligen lo agradable como un bien y huyen del dolor como un mal.

Aristóteles, Ética Nicomáquea,editorial gredos, publicada en Madrid en 2000, libro: III,capítulo 4, página:82-83.
Seleccionado por Lara Esteban González, primero bachillerato, curso 2016-2017.

Las tribulaciones del estudiante Törless, Robert Musil


POR FIN se encontró tendido en su cama. Ya no pensaba en nada, pues pensar le era muy difícil y estéril... Verdad es que por la cabeza le pasó lo que había sabido de los secretos actos de sus amigos; pero tales cosas le parecieron tan indiferentes y faltas de vida como las noticias que uno lee en un diario extranjero.
       De Basini no cabía esperar ya nada. Por cierto,  ahí estaba su problema, pero el problema era tan dudoso y él estaba tan cansado y abatido... Tal vez todo fuera un engaño.
       En las oscuras sensaciones que precedieron al sueño, sólo exhalaba su aroma, como las flores de saúco, el rostro de Basini, su desnuda y deslumbrante piel. Y allí hasta se extinguía toda repugnancia moral. Por fin Törless se durmió.

       Ningún sueño turbó su tranquilidad, pero una tibieza infinitamente agradable tendía blandos tapices bajo su cuerpo. Se despertó de pronto y tuvo que ahogar un grito de sorpresa. Junto a su cama estaba Basini que, con frenéticos y rápidos movimientos, se despojó de la camisa, se metió bajo las sábanas y aprentó su desnudo y tembloroso cuerpo contra Törless.
       Apenas Törless se dio cuenta de esta acometida, apartó a Basini de sí.
       -¿Estás loco? ¿Qué te has creído?
       Pero Basini suplicaba.
       -Oh, no vuelvas a ser así conmigo. Nadie es como tú. Ellos no me desprecian, como tú. Son rudos sólo para poder luego portarse de otro modo. Pero tú, justamente tú... Si hasta eres más joven que yo, aunque en verdad eres más fuerte...; nosotros dos somos más jóvenes que ellos... Tú no eres tan rudo y vanidoso como ellos... Eres suave, tierno... Te quiero...
       -¿Cómo?... ¿Qué dices? ¡Qué tengo que ver yo contigo? ¡Vete! ¡Sal enseguida de mi cama!
       Y Törless atormentado, apartó con el brazo el hombro de Basini; pero la cálida proximidad de la piel blanda, extraña, lo perseguía, lo abrazaba y lo ahogaba. Y Basini susurraba sin cesar:
       -...¡Oh, por favor, por favor, oh, me gustaría tanto complacerte...!

       Törless no sabía que responder. Mientras Basini hablaba, mientras transcurría un segundo de duda y reflexión, los sentidos volvieron a hundírsele en un mar verde y profundo. Sólo las móviles palabras de Basini refulgían en él como destellos de plateados peces.
       Con el brazo continuaba aún apartado el cuerpo de Basini, pero ahora estaba invadido por una tibieza húmeda, pesada. Los músculos se le adormecían, se olvidaba de ellos... Sólo cuando le llegó otro torrente de conmovidas palabras, despertó de aquel estado, porque de pronto sintió -como algo terriblemente inasible- que precisamente -como en sueños- sus manos acababan de atraer a Basini hacia él.
       Entonces quiso agitarse, gritarse: "Basini te engaña, quiere atraerte sólo para que ya no puedas despreciarlo"; pero el grito se le ahogó en la garganta. Ningún sonido vivía en el enorme edificio. En todos los corredores parecían dormir, inmóviles, las oscuras olas del silencio.
        Quiso recobrarse, volver a sí mismo pero, como negros guardianes, las olas estaban echadas ante todas las puertas.
       Entonces Törless ya no buscó palabras. Las voluptuosidad que, poco a poco, se le había ido metiendo furtivamente desde aquellos primeros momentos de desesperación, había alcanzado ahora sus plenas dimensiones. Allí estaba esa voluptuosidad, desnuda junto a Törness, extendida, cubriéndose la piel con su blanda y negra capa. Y le susurraba dulces palabras de resignación al oído, y con sus cálidos dedos hacían a un lado todos los problemas y deberes que parecían vanos. Y le susurraba. "En la soledad todo, está permitido..."
       Sólo en un instante en que logró deshacerse de aquella fuerza voluptuosa, despierto, vigilante durante un segundo, se aferró desesperado a un pensamiento: "Éste no soy yo... No soy yo... ¡Sólo mañana volveré a ser yo!... ¡Mañana!"


Robert Musil, Las tripulaciones del estudiante, Barcelona, 1984, Editorial Seix Barral, páginas 159-161.
 Seleccionado por Andrea Sánchez Clemente. Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017

Los conquistadores, Malraux

                                                                                                                             Al día siguiente

     Garín vuelve furioso de ver a Borodín.

     -Yo no digo que haga mal en aprovechar la muerte de Klein, como podría aprovechar cualquier otra cosa. Lo que encuentro idiota, lo que me exaspera, es su pretensión de obligarme a hablar ante su tumba. Hay un montón de oradores. ¡ Pues no! Otra vez está dominado por la insoportable mentalidad soviética, por una exaltación estúpida de la disciplina. ¡Allá él! Pero yo no he dejado Europa en un rincón como un saco de trapos, a riesgo de acabar como un Rebecci cualquiera, para venir a enseñar aquí la palabra obediencia, ni para aprenderla. " ¡No hay medias tintas frente a la Revolución! " ¡Pues estaríamos arreglados! Hay medias tintas en todas partes donde se encuentren hombres y no máquinas... ¡Tiene la presión de fabricar revolucionarios lo mismo que Ford fabrica coches! Esto terminará mal, y no va a tardar mucho. En su cabeza de mongol peludo, el bolchevique está en pugna con el judío. Pues si gana el bolchevique, peor para la Internacional...

     Pretextos. Ésa no es la verdadera causa de la ruptura.

     Hay en primer lugar otra: Borodín ha hecho ejecutar a Hong. Garín, creo yo, quería salvarle. A despecho del asesinato de los rehenes (que parece, por lo demás, no haber sido ordenado por él). Porque pensaba que, a pesar de todo, Hong seguía siendo utilizable; porque hay entre Garín y los suyos una especie de vínculo feudal. Y tal vez porque estaba seguro de que, llegado el caso, Hong acabaría a su lado... contra Borodín. Lo cual parece haber sido opinión de éste...
     Garín no cree más que en la energía. No es antimarxista, pero el marxismo no es absoluto para él un "socialismo científico"; es un método de organización de las pasiones obreras, un medio de reclutar tropas de choque entre los obreros. Borodín, pacientemente, construye la planta baja de un un edificio comunista. Reprocha a Garín el carecer de perspectiva, el ignorar adónde va, el no obtener más que victorias debidas al azar- por muy brillantes, por muy indispensables que sean-. Incluso hoy, a sus ojos, Garín pertenece al pasado.

     Garín cree verdaderamente que Borodín trabaja de acuerdo con unas perspectivas, pero piensa que estas perspectivas son falsas, que la obsesión comunista le conducirá a unir en contra suya un Kuomintang de derechas singularmente más fuerte que el de Chengdai, y que este Kuomintang aplastará a las milicias obreras.

     Y descubre (bien tarde, por cierto...) que el comunismo, como todas las doctrinas poderosas, es una francmasonería. Que en nombre de su disciplina, Borodín no vacilará en reemplazarle, tan pronto como él, Garín, no le sea indispensable, por alguien tal vez menos eficaz, pero más obediente.



     Malraux, Los conquistadores, Barcelona, Editorial RBA coleccionables S. A., 1995, Página182-183.
     Seleccionado por Rodrigo Perdigón Sánchez, primero de bachillerato. Curso 2016-2017.

Guillermo Tell, Friedrich von Schiller


Acto cuarto

Escena primera

       Orilla de la parte del lago de los Cuatro Cantones.
    Rocas abruptas de formas extrañas cierran la perspectiva al oeste. El lago está agitado, violento ruido de las olas interrumpido por rayos y truenos.
      Kunz von Gersau. Pescador y joven pescador.

  KUNZ. Yo lo he visto con mis propios ojos, podéis creerme, toda ha sucedido tal y como os lo he dicho.
  PESCADOR. Tell preso y deportado a Jüssnacht, el mejor hombre del país, el brazo más recio, si un día tuviéramos que defender nuestra libertad por la fuerza.
  KUNZ. El mismo gobernador le lleva a través del lago; yo partí de Flüelen cuando estaba a punto de embarcarse, sin embargo, la tormenta, que ahora se cierne y que también a mí me ha obligado a desembarcar aquí apresuradamente, puede haber impedido su partida.
  PESCADOR. ¡Tell aherrojado, en poder del gobernador! ¡ Oh, creedme, le encerrará en un calabozo muy hondo, para que no vuelva a ver la luz del día! ¡Pues tiene que temer la justa venganza del hombre libre al que ha provocado gravemente!
  KUNZ. También dicen que el ex magistrado mayor,el noble señor Von Attinghausen, está muriéndose.
 PESCADOR. ¡Entonces se rompe la última ancla de nuestra esperanza! ¡Que él era el único que quedaba capaz de alar su voz para defender los derechos del pueblo!
  KUNZ. La tormenta crece. Que lo paséis bien, yo me alojaré en el pueblo, pues hoy ya no puede pensarse en partir.
  PESCADOR. ¡Tell preso y el barón muerto! ¡Alza tu frente insolente, tiranía, arroja de ti toda la vergüenza! ¡ La boca de la verdad está muda, el ojo vidente está ciego, el brazo que debía salvarnos está encadenado!


Friedrich von Schiller, Guillermo Tell, RBA Coleccionables, S.A. Barcelona 1994, edición planeta S.A. Página 235
Seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016/2017.

jueves, 23 de marzo de 2017

Las aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain

Capítulo 3
       
       Tom se presentó ante su tía Polly, que estaba sentada junto a una ventana abierta en una agradable habitación trasera, que servía a la vez de dormitorio, cuarto de desayuno, comedor y biblioteca. El suave aire estival, el silencio tranquilizador, el aroma de las flores y el zumbido soñoliento de las abejas habían obrado su efecto, y la anciana daba cabezadas sobre su labor de punto... porque no tenía más compañía que el gato y éste se había dormido en su regazo. Tenía las gafas muy colocadas en lo alto de la cabeza encanecida para mayor seguridad. Había dado por supuesto que Tom había desertado del trabajo desde hacía mucho tiempo, y se quedó maravillada al ver cómo se ponía de nuevo en su poder de forma tan rápida. Le dijo:
       - ¿Puedo ir a jugar ahora, tía?
       - ¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Hasta dónde has pintado?
       - Lo he terminado todo, tía.
       - Tom, no me mientas, no puedo soportarlo.
       - No miento, tía; está todo terminado.
       La tía Polly se fiaba poco de tal testimonio. Salió para verlo con sus propios ojos y se hibiera dado satisfecha con que un veinte por ciento de la declaración de Tom fuera verdad. Así que cuando vio que toda la valla estaba encalada, y no solo encalada, sino primorosamente cubierta y cubierta de manos de pintura, e incluso con una raya añadida en el suelo, su asombro fue inexpresable. 


       Mark Twain, Las Aventuras de Tom Sawyer. Madrid, Anaya. Laurin, primera edición, 1984. Página 25-26.
       Seleccionado por Andrea Alejo Sánchez. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Trópico de Cancer, Miller


     Necesitaba algo para reconciliarme conmigo mismo. Anoche lo descubrí: Papini. No me importa que sea un patriotero, un beato o un pedante miope...
     !Los libros que había leído... a los dieciocho años! No sólo Homero, Dante, Goethe, no sólo Aristóteles, Platón, Epicteto, no sólo Rabelais, Cervantes, Swift, no sólo Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Baudelaire, Villon, Carducci, Manzoni, Lope de Vega, no sólo  Nietzsche, Schopenhauer, Kant, Hegel, Darwin, Spencer, Huxley... no sólo eso, sino también todos los autores menores entre ellos. Eso en la pagina 18. Alors, en la página 232 se derrumba y confiesa. No sé nada, reconoce. Conozco los títulos, he calumniado y difamado... Puedo hablar durante cinco minutos, o durante cinco días, pero después me agoto, quedo exprimido y seco.
     Esto es lo que sigue: <     >> Un alemán enjuto como un mono quiere que traduzca sus obras. Una muchacha rusa de ojos visionarios quiere que escriba una relación de mi vida para ella. Una dama americana quiere saber las noticias mas frescas sobre mí. Un caballero americano está dispuesto a enviar su coche para llevarme a comer: sólo una charla íntima, confidencia, ¿sabe usted? Un antiguo compañero de estudios y camarada, de hace diez años, quiere que le lea todo lo que escribo tan pronto como lo haya escrito., Un amigo pintor que conozco pretende que pose para él por horas. Un periodista quiere mi dirección actual. Un conocido, místico él, pregunta por el estado de mi alma; otro, más práctico, por el estado de mis finanzas. ¡El presidente de mi club se pregunta si daré una charla a los muchachos! Una dama, de inclinaciones espiritistas, confía en que vaya a su casa a tomar el té lo mas frecuentemente posible. Quiere saber mi opinión sobre Jesucristo y... ¿que pienso de esa nueva médium? >>!Diós¡ ¿En qué me he convertido? ¿Que derecho tenéis, todos vosotros, a entorpecer mi vida, a chupar mis pensamientos, a considerarme vuestro compañero, confidente y oficina de información? ¿Por quien me tomáis? ¿Acaso soy un animador a sueldo a quien exigen cada mañana que presente una farsa intelectual ante vuestras estúpidas narices?...




       Miller, Trópico de Cancer. Barcelona. RBA Coleccionables, S.A., Edicion: 1995. Pag 64.
       Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Los caballeros, Aristófanes

     Brock cree encontrar un apoyo a su teoría de la doble trama en los vv. 1254-1256 en los que tras una ausencia de 75 versos reaparece para decir adiós al Morcillero y recordarle que es a él a quien debe su éxito político y pedirle el fabor de que se le conceda ser el escribano que firme sus decretos judiciales, como Fano lo fue del Paflagonio. Pero, aparte de la rareza de esta reaparición repentina del siervo primera de la escena, después de su larguísima ausencia, la implícita pregunta sobre su identidad que le hace Demos nada más terminar el parlamento, al pedirle que le diga su nombre, resulta incomprensible tratándose de un esclavo suyo, que a mayor abundamiento pronuncia sus palabras, como supone Sommerstein, asomándose a la ventana de su propia casa. Según nos imaginamos la escena, el v. 1253 corresponde al Corifeo y los vv. 1254-1256 al Morcillero, como propone Marzullo y parece lo más lógico.
     En resumen, no convence ese principio de estructuración que Brock intenta encontrar en nuestra comedia, ni su valoración de ésta como una de las "most sophisticated works" de Aristófanes.


Aristófanes,Los Caballeros. Madrid. Biblioteca Clásica Gredos. Pag 135
Seleccionado por David Francisco Blanco. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

jueves, 16 de marzo de 2017

Los conquistadores, Malraux

       Hijo de un suizo y de una suiza, hablaba el alemán, el francés, el ruso y el inglés, que había aprendido en el colegio. No dirigió un editorial, sino la sección de traducciones de una sociedad cuyas ediciones no eran, por principio, pacifistas.
       Como dice el informe de la policía, tuvo ocasión de frecuentar a algunos jóvenes del grupo bolchevique. Pronto comprendió que esta vez se encontraba, no ante predicadores, sino ante técnicos. El grupo era poco acogedor. Sólo recuerdo de su proceso que, en este medio, no había sido aún olvidado, le permitió no ser recibido como un importuno ; pero, al no estar vinculado a su acción (no había querido ser miembro del partido, sabiendo que sería incapaz de soportar la disciplina y no creyendo en la proximidad de una revolución), no tuvo nunca con sus miembros más que relaciones de camaradería. Los jóvenes le interesaban más que los jefes, de los que únicamente conocía los discursos, esos discursos pronunciados en tono de conversación, en pequeños cafés llenos de humo, ante una veintena de camaradas desplomados sobre las mesas y en los que sólo el rostro demostraba su atención. No vio jamás a Lenín. Si la técnica y el gusto por la insurrección de los bolcheviques le seducían, el vocabulario doctrinal y sobre todo el dogmatismo de que estaban atiborrados le exasperaban. A decir verdad, pertenecía a este tipo de personas para quienes el espíritu revolucionario no puede nacer mas que de la revolución que comienza, para quienes la Revolución es, ante todo, un estado de cosas


Malraux, Los conquistadores, Barcelona, Editorial RBA coleccionables S. A., 1995, Página 54
Seleccionado por Gustavo Velasco Yavita, primero de bachillerato. Curso 2016-2017

El Asno de Oro, Apuleyo


Libro XI

14. Yo, estupefacto, atónito, sin decir palabra e inmovil, no podía con la felicidad tan repentina y tan completa que sentía. Ante todo, ¿que podria decir y como empezar? ¿De donde sacaria un exordio para estrenar mi voz? ¿Que palabras serian de feliz augurio con ocasion de haber recobrado el lenguaje? ¿Que términos serian bastante elocuentes para expresar mi agradecimiento a la agusta diosa?
     El propio sacerdote, bien enterado, por divina inspiración, de toda la serie de mis desgracias, aunque no por ello menos conmovido el tambien ante el insigne milabro, mandó, por gestos, que ante todo se me diera un manto de lino para cubrirme; pues en cuanto el asno me habia quitado de encima su nefado envoltorio, yo me habia encogido y aplicado las manos estrechamente como velo natural para cubrir mi desnudez en la medida de lo posible.
     Entones, uno de los que integraban la piadosa escolta se quitó sin vacilar su túnica exterior y me la echó instantáneamente encima. Después de esto, el sacerdote, con ademán de inspirado y excesión verdaderamente sobrenatural, extasiado en mi presencia, habla en los siguientes terminos...



       Apuleyo, El Asno de Oro. Madrid. Biblioteca Clásica Gredos, Edicion: 1978. Pag 301.
       Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Guillermo Tell, Friedrich von Schiller


ESCENA II

    Lugar cerrado y agreste en un bosque, cascadas de agua fina, como polvo, caen de las rocas.
Bertan vestida de cazadora, Poco después Rudenz.

BERTA. Me sigue. Por fin pondré explicarle mis sentimientos. 
RUDENZ. (entra rápidamente). Señorita, ahora por fin os encuentro sola. Abismos nos rodean, en este lugar desierto no temo a ningún testigodescargaré de mi corazón el largo silencio...
BERTA. ¿ Estáis seguro de que la cacería no nos sigue?
RUDENZ. La cacería está allá lejos... ¡Ahora o nunca! Tengo que aprovechar este momento precioso... Tengo que ver decidido mi destino , aunque me separara eternamente de vos...Oh, no rodeéis vuestra bondadosa mirada de ese sombrío rigor! ¿ Quién soy yo para atreverme a alzar a vos mis audaces deseos? La fama no ha pronunciado aún mi nombre, yo no puedo alinearme con los caballeros, que famosos por sus victorias y deslumbrantes os pretenden. No tengo nada más que mi corazón llenos de lealtad y de amor...
BERTA.(seria y severa). ¿Puede hablar de amor y de lealtad el que es infiel a sus deberes inmediatos? (Rudenz retrocede) ¿ El esclavo de Austria, que se vende al extranjero que somete a su pueblo?
RUDENZ.¿De vos, señorita mía, oigo ese reproche? ¿ A quién sino a vos busco en aquel partido?
Berta. ¿ Pensáis encontrarme al lado de la traición? ¡Andantes quisiera dar mi mano a Gessler, el opresor, que al hijo de Suiza, desnaturalizado, que puede convertirse en instrumento suyo!
RUDENZ. ¡Oh Dios, lo que tengo que oír!


Friedrich von Schiller, Guillermo Tell, RBA Coleccionables, S.A. Barcelona 1994, edición planeta S.A. Página 219
Seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016/2017.

jueves, 2 de marzo de 2017

Don Carlos, Friedrich von Schiller



ACTO CUARTO

ESCENA VI

Marqués (se queda mirándole asombrado). ¿Es posible? ¿Es posible? ¿Entonces, no le había conocido? ¿ No del todo? ¿ Se me había escapado, de verdad, ese pliegue de su corazón ? ¡ Desconfianza haca su amigo! ¡No! ¡ Sería una calumnia!... ¿ Qué me ha hecho para que acuse de la más débil de las debilidades? Y o mismo soy lo que le reprocho... Que le sorprenda... Sí ,puede ser, eso lo que creo de buen grado. ¿ Cuándo habría podido esperar de su amigo esa extraña cerrazón?... ¡Y también que le cause dolor! No puedo ahorrártelo , Carlos, y aún tengo que atormentar más a tu buena alma. El rey ha dado fe al recipiente en el que ha puesto su secreto sagrado, y la fe exige gratitud.¿ De qué servirá la locuacidad, si mi silencio no te causa algún dolor para evitarte quizá otro? ¿ Por qué mostrarle al que duerme los nubarrones de la tormenta que se ciernen sobre su cabeza?... Basta con que los haga pasar silenciosamente a tu lado y que cuando despiertes el cielo esté claro?. 



Friedrich von Schiller, Don Carlos, RBA Coleccionables, S.A. Barcelona 1994, edición planeta S.A. Página 110.
Seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016/2017.

Tragedias Completas, Esquilo


     CORO. Lo mutiló, para que lo sepas. Obró, al sepultarlo así, anhelosa de proporcionar a tu existencia un destino insoportable. Ya oyes los tratamientos ignominiosos infligidos a tu padre.
    ELECTRA. Hablas del destino paterno. Pero yo era apartada, humillada, por nada tenida.Recluida en mi habitación como perra perniciosa, las lágrimas mas prontas que la risa brotaban de mis ojos, vertiendo ocultamente infinitos llantos y gemidos. Oyendo esto grábalo en tu memoria.
     CORO. Grábalo y por tus oídos deja penetrar una palabra al fondo tranquilo de tu corazón. El pasado es así; el futuro, que tu cólera te lo enseñe. Conviene lanzarse al combate con un ímpetu indomable.
     ORESTES. A ti te lo digo, padre: acude en socorro de los tuyos.
     ELECTRA. Y yo tambien te invoco, derramando lágrimas.
     CORO. Y nosotros, con grito concorde, hacemos eco a tus llamadas. Óyenos, regresa a la luz, sé nuestro aliado contra los enemigos.
     ORESTES. Ares luchará contra Ares, la Justicia contra la Justicia.
 


       Tragedias Completas, Esquilo. Barcelona. Planeta S.A. , Edicion: 1995, Pag 199.
       Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Apología-Flórida, Apuleyo



        Al leer la carta de Prudentila han presentado un cargo más contra mí, a propósito de la fabricación de cierta estatuilla.
   Afirman que yo encargué que se hiciera con el mayor secreto, de una madera rarísima, para destinarla a maleficios mágicos y que, a pesar de que es repulsiva y horrible, ya que tiene forma de esqueleto, le tributo un culto ferviente y la invoco con el nombre griego de basiléus. Si no me engaño, puedo seguir con precisión todos sus pasos y, cogiendo uno por uno los hilos, descubrir toda la trama de esta calumnia.
       ¿Cómo puede haber sido secreta la fabricación de la estatuilla que decís, si conocéis al artista que la ha realizado hasta tal punto de que le habéis hecho comparecer ante este tribunal? Aquí tenéis, en efecto, a Cornelio Saturnino, artista elogiado entre sus colegas por su pericia y persona de reconocida honradez. Al responder hace poco al minucioso interrogatorio, al que tú, Máximo, lo has sometido, ha contado con detalle todo el proceso de lo sucedido, ajustándose a la verdad del modo más fidedigno. Ha manifestado que yo, como hubiese visto en su taller, muchas figuras geométricas de madera de boj, de elegante y artística factura, seducido por su arte, le había pedido que me fabricase ciertos artilugios y que, al mismo tiempo, me esculpiese una imagen de una divinidad, ante la que pudiera hacer mis devociones habituales, utilizando cualquier material, con tal que fuese de madera.















Apuleyo, Apología Flórida, Binlioteca básica Gredos, Editorial Gredos, página 113.
Seleccionado por: Marta Talaván González, primero de bachillerato, Curso 2016/2017.

Fedra, Racine

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA: FEDRA, ENONE

ARICIA
¡Ah! Que aparten de mí todos esos honores.
Importuna, ¿pretendes desear que me vean?
¿Con qué vas a calmar la inquietud de mi espíritu?
Es mejor que me escondas, que ya he hablado en exceso.
Mi pasión se ha atrevido a mostrarse a la luz.
Lo que he dicho jamás nadie oírlo debiera.
¡Cielos, cómo me oía! ¡Y con cuántos rodeos
rehuía insensible mis radiantes palabras!
¡Solamente deseaba retirarse cuanto antes!
¡Mi vergüenza crecía junto con su sonrojo!
¡Oh! ¿Por qué has estorbado mi funesto propósito?
¡Ay de í! Al dirigir a mi pecho su espada,
¿se ha turbado por mí? ¿Me impedía la muerte?
Una vez que mi mano ya se la hubiese tocado,
la ha hecho impura a sus ojos inhumanos y fríos;
y el acero infeliz profana sus manos

ENONE
Pero en vuestra desdicha no pensáis más que en quejas
y así aumenta ese fuego que tenéis que apagar.
¿No sería más digno de la estirpe de Minos
procuraros la calma con afanes más nobles?
¿Si un amante es ingrato, recurrir a la huida 
y reinar empuñando del Estado las riendas?
FEDRA

¡Yo reinar! ¡Yo tener de un Estado el imperio
si mi débil razón ya no reina en mí misma!
¡Si renuncio a regir a mis propios destinos!
¡Yo que apenas aliento bajo yugos infames!
¡Yo que muero!

ENONE

Alejaos.

FEDRA

No le puedo dejar.

ENONA

¿Vos le hicisteis proscrito y os osáis evitarle?

FEDRA

Eso ya es tarde. Conoce mi pasión insensata.
Del austero pudor he pasado los límites.
He mostrado mi mal a sus ojos triunfales,
y a pesar mío había esperanzas en mí.
Y tú misma por darme algún ánimo al ver
que la vida tenía indecisa en los labios,
con palabras de halago nuevo aliento me diste.
¿No dejaste entrever que yo amarle podía?

ENONE

¡Ay, de vuestras desdichas inocente o culpable, 
por salvaros capaz me sentía de todo!
Mas si ha habido una ofensa que os pudiese doler,
¿de un soberbio podéis olvidar el desdén?
¡Con qué crueles miradas su obstinado rigor
os dejaba a sus pies prosternada y vencida!
¡Oh, qué odioso le hacía ese orgullo indomable!
¡Oh, si hubiese podido Fedra verle cual yo!







Racine, Fedra, Barcelona, 1994, Editorial Planeta, páginas 122-123.
 Seleccionado por Andrea Sánchez Clemente. Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017


Aventuras de Tom Sawyer, Twain

CAPÍTULO XVI
       Después del almuerzo, toda la cuadrilla se fue a buscar huevos de tortuga en la barra. Iban metiendo palos en la arena y, cuando encontraban un sitio blando, se ponían de rodillas y escarbaban con las manos. A veces cincuenta o sesenta huevos de un agujero. Eran cosas blancas perfectamente redondas, un poco más pequeñas que una nuez. Esta noche celebraron un alegre banquete de huevos fritos y otro el viernes por la mañana. Después del desayuno se fueron a gritar y a saltar afuera, en la barra, y se perseguían unos a otros en derredor, despojándose de sus vestidos mientras andaban, hasta que quedaron desnudos, y luego continuaron los saltos hasta que alcanzaron el agua poco profunda de la barra, contra la fuerte corriente, que les hacía tropezar de vez en cuando e incrementaba mucho el entretenimiento. Y a veces, agrupados, se salpicaban agua en la cara con la palma de la mano, acercándose poco a poco uno a otro, volviendo la cara para evitar el remojo, agarrándose finalmente y luchando hasta que el mejor sumergía a su contrincante, y luego todos se hundían en una mezcolanza de piernas y brazos blancos y subían a la superficie soplando, escupiendo, riendo y haciendo esfuerzos para respirar al mismo tiempo.


Twain, Aventuras de Tom Sawyer, Barcelona, Editorial Bruguera S. A., 1994, Página 130.
     Seleccionado por Gustavo Velasco Yavita, Primero de bachillerato. Curso 2016-2017

Trópico de Cáncer, Henry Miller



     Parece que mi vida en Villa Borghese ha acabado. Bien, cogeré estas páginas y me largaré. Siempre pasan cosas. Parece que dondequiera que voy hay un drama. Las personas son como los piojos: se te meten bajo la piel y se entierran en ella. Te rascas y te rascas hasta hacerte sangre, pero no puedes despiojarte permanentemente. Dondequiera que voy las personas están echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia privada. La lleva ya en la sangre: infortunio, hastío, aflicción, suicidio. La atmósfera está saturada de desastre, frustración, futilidad. Rascarse y rascarse... hasta que no quede piel. No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre, que todo el mundo se rasque hasta morir.






Henry Miller, Trópico de Cáncer, Editorial RBA, publicado en Barcelona en 1995, página 17.
Seleccionado por: Marta Talaván González, primero de bachillerato, curso 2016/2017.